Un juego muy peligroso
La actitud displicente que exhibió en la primera ronda del diálogo el gobierno de Nicolás Maduro desnuda la intención de profundizar la división en la coalición opositora. En ese entramado de partidos antigubernamentales hay una parte de la dirigencia opuesta a sentarse a una mesa con el régimen. Si las conversaciones no dan resultado y, el gobierno le aligera su importancia rechazando incluso liberar a los detenidos políticos, se profundizarán aquellas diferencias. Es cierto, sin embargo, que seria un pequeño triunfo. Una crisis en la oposición no cambiará la situación explosiva del país. Es lo que no parece entender Maduro. Lo peor con la realidad es negarla porque eso sólo amplifica las calamidades. No es casual que el avispado Lula da Silva, quien siempre defendió el experimento bolivariano, le haya recomendado ahora a Maduro que forme un gobierno de coalición que le de gobernabilidad. El diálogo con la oposición es resultado de la presión regional y del convencimiento de un ala del poder de que, de continuar la protesta a este ritmo, puede peligrar efectivamente la estabilidad del gobierno. El hecho mismo de esos encuentros es un reconocimiento del fracaso de la represión lanzada contra las marchas, y de la distancia que existe para una victoria en la que se empeñó el poder para profundizar los cambios antipático en la economía que comenzaron con la devaluación del bolivar a casi el nivel del dólar paralelo, y seguirán con la quite de subsidios, el aumento del precio de las naftas, y el eventual final del cepo al mercado de cambios que rige desde hace tres lustros. Es un programa que nace producto de la convicción sino de la necesidad que suele ser el calmante para cualquier herejía. Ese panorama acicatea las internas en el gobierno que no son sólo entre quienes reconocen o niegan la crisis. Involucran también a un puñado de dirigentes renuentes a perder sus posiciones de poder. Esa burocracia opulenta es una de las que más fuerte tira de los pantalones de Maduro para bloquear cualquier posibilidad de acuerdo.
Marcelo Cantelmi