No paran de llegar los mensajes para Magalí
La conmovedora carta de la chica de 20 años con cáncer y un coraje a prueba de balas para luchar contra la adversidad sigue convocando la emoción y la solidaridad de nuestros lectores.
Hola, Magalí. Soy médico clínico, trabajo en la Clínica Modelo de Morón y también como docente de Bioética de la Universidad de Morón. Tu carta publicada en Clarín me pareció un excelente canto a la vida, un llamado a no bajar los brazos y a continuar con nuestros proyectos, a pesar de las adversidades.
En mis clases siempre enseño a mis alumnos a través de experiencias con casos clínicos vividos, publicaciones de diarios y revistas. A través de eso procuro que no pierdan las esperanzas y a que sigan caminando siempre. Por ello me tomaré el atrevimiento de comentar tu carta cuando dé las clases.
La facultad nos enseña a revisar a los pacientes, a solicitarles estudios, a darles un diagnóstico y un tratamiento. Pero no nos enseña a descubrir y crear esperanzas y a darles las sonrisas a los mismos; ello lo adquirimos de ustedes, los pacientes. Que siempre tu sonrisa brille igual.
Gustavo Borello
gjborello@hotmail.com
Querida Magali, recién termino de leer tu carta, publicada en Clarín del domingo 23 de marzo y no pude dejar de escribirte para decirte ¡ gracias! Tu fuerza y tu entereza para atravesar este momento que te toca vivir muestra lo grande que puede ser el amor que nos rodea. Gracias por tus reflexiones y sabios consejos. Y gracias por no bajar los brazos, y seguir dando batalla. Desde acá me sumo a la cadena de oración para que tengas la fortaleza que necesitas. ¡ Un beso grande!
Verónica Angeli
veronicaangeli@hotmail.com
¡Hola, Magali! Ante todo, quiero darte la mejor onda y toda la fuerza para que sigas adelante. Siempre dije que no se deben perder las oportunidades que la vida nos da. Hace ya 14 años, la edad que hoy tiene mi hija Camila, volvía de vacaciones. Era febrero de 2000, y habíamos disfrutado en familia. Mi hijita tenía sólo 4 meses. Unos días después, fuimos a hacer compras al súper y me descompuse en el auto. Al poco tiempo tuve convulsiones. Tenía un tumor cerebral. En 15 días mi vida cambió. Me operaron, estuve 15 días en terapia, y luego en un centro de rehabilitación: ya la mitad de mi cuerpo no se movía. Fueron casi 60 días de mucha lucha, siempre con un gran equipo. Elida, la madrina de ella, y amigos. Tenía sólo 38 años y una hija de 5 meses. Invoqué a la Virgen de San Nicolás y me puse bajo su manto protector. Y la Virgen me ayudó.
Sólo me quedó una asimetría al caminar, pero lo logré. Pero no fue todo, después de 5 años me apareció un tumor en la parótida: nueva operación y 35 aplicaciones de rayos. Salimos todos adelante, siempre con alegría y un gran equipo, como contó Magali. Te pido que no aflojes y rezo por vos.
Miguel A. Tedesco
mielcam@yahoo.com.ar
Todos los domingos compro Clarín y, debido a mis ocupaciones, nunca completo la lectura ese día. Lo voy haciendo a lo largo de toda la semana. Uno de los temas que más me impactó últimamente fue la carta de Magalí Di Lullo, la chica de 20 años que hizo público que está enferma de cáncer. Y que, pese a esa circunstancia, su sonrisa “brilla igual”, como lo demostró la foto publicada.
Magalí es un ejemplo de vida, digo, pero agrego: como millones que no se publican. Y parece mentira que lo hagan los seres anónimos, en tanto quienes deberían dar el ejemplo, los de arriba, parece van en contra de la corriente. Gracias por la atención y por dar este espacio a tanta gente valiosa como Magalí.
Pedro Amengual
amengualpedro@speedy.com.ar
¡ Imposible no emocionarse hasta las lágrimas con el mensaje de esta leona llamada Magalí! ¡ Imposible no recordar a partir de esa carta a mi Denise, sobre quien en su momento Clarín publicó mi carta! Estas jóvenes nos están dando un ejemplo de lucha y de vida tan intenso, tan importante, que es difícil dejarlo pasar o ser indiferentes. En un mundo, o en nuestro contexto social, tan lleno de mezquindades, de ambiciones, de envidias, esas sonrisas nos dicen que debemos vivir con alegría y no derrumbarnos o quejarnos ante una dolencia o mínimo problema. Ellas nos enseñan a mirar la luz del día, a valorar los afectos, a agradecer un día, una semana, un mes, un año más de vida. A no perder la esperanza ni la confianza en sí mismo.
Hilda Hermosilla
lilyhermosi2003@yahoo.com.ar