Una historia...
Ermelinda está hoy de merecido festejo. Ha tenido una vida dura y sufrida, baste decir que de seis hijos que tuvo sólo dos quedan con vida. Tiene una gratitud indestructible pese al paso del tiempo, que le gusta contar. Evita le consiguió un empleo como enfermera de Pediatría en el Policlínico de San Martín y gracias a eso pudo acceder a una jubilación.
“Fue muy difícil para ella, que había pasado muchas privaciones en sus años jóvenes, sobreponerse a la pérdida de sus hijos. Así fue que a los 88 años vendió su casa y decidió irse a vivir a Cerro Corá, en Misiones. Volvió a los orígenes”, repasa Verónica.
En 2011, cuando ya andaba por los 97 años, la lectora se la trajo a vivir con ella a Buenos Aires “y juntas salimos adelante, aunque no es nada fácil hacerse cargo de una persona mayor”, se sincera. A Ermelinda todos la llaman Lila, aunque para los bisnietos es “la vieji Lila”. Ya tiene 10 tataranietos. Es amante de la TV, disfruta de TN y de Crónica. Ama a Susana Giménez y es hincha de Boca “desde siempre”. A los 99 años volvió a Misiones y se alojó en un hogar de ancianos, cansada de las fatigas de la vida. “Me parte el alma, pero acá la vida es muy cara y no tenemos recursos”, se lamenta Verónica, quien nos cuenta que con estas líneas quiere celebrar los 100 años “de una mujer que sufrió muchas pérdidas, pero siempre se recuperó, una y otra vez. Siempre de pie y con una sonrisa. La amo con todas las fuerzas de mi corazón”, se despide.