Del gris al multicolor, de Franco a la democracia: España en sus fotos
uUna recorrida en la que aparecen la crueldad de la posguerra y el esfuerzo por olvidarla a fuerza de colores.
Al entrar a una de las salas más grandes de la primera planta del Museo Nacional de Bellas Artes, blanca, impoluta, sin nada que distraiga la vista, una nena de no más de cuatro años, sucia, desclaza, con una dureza en la mirada que no corresponde a su edad, posa ante una pared plagada de cruces. Es “Luna”, la fotografía tomada por el fotógrafo español Alberto GarcíaAlix en 1999, en un barrio pobre de su país. Si seguimos avanzando, las fechas retroceden, pero los chicos de las fotografías sigue estando sucios y mal vestidos. Son parte de la serie La Calle, que Joan Colom realizó entre 1958 y 1961. Es la época de la posguerra y España se encuentra asolada, temerosa y desangrada por la dictadura de Francisco Franco. En las fotos, el mismo gris que trasluce un país en ruinas, es el que domina la escena.
Las imágenes anteriores, son parte de la muestra La mirada en el otro. Confrontaciones-Conexiones, que hasta el 18 de abril se puede ver en el MNBA. Con curaduría de Carmen de la Guerra y Javier Díez y llegada a Buenos Aires tras viajar por ciudades como Tokio, Miami, Nueva York, Lisboa o México, reúne 54 imágenes de 14 fotógrafos que ganaron el Premio Nacional de Fotografía Española entre 1994 y 2008, constituyendo un recorrido por la historia de la fotografía del país en los últimos 60 años. “Esta no es una muestra cualquiera – afirma el fotógrafo Eduardo Longoni, que el día 15 tendrá a su cargo una visita guiada– acá está representado lo mejor de la fotografía española”.
Antes de seguir, llama la atención entre tanta desolación, la foto Dos gemelas para un bautizo, salida en 1998 de la lente de Cristina García Rodero. Muestra a dos pequeñas haitianas, sonrientes y vestidas de radiante blanco. Un poco más allá, aparece el paisaje de un Madrid vacío y devastado, en una imagen tomada por Ramón Massats en 1959. Es el mismo Madrid de aquellos chicos desaliñados y tristes de las primeras fotos. Ahora encaja la frase que siempre dice la fotógrafa española Ouke Leele y en la que afirma que “la fotografía es poesía visual, una forma de hablar sin palabras”. Y no hay más que seguir recorriendo la muestra para darle la razón.
Nos acercamos a la parte donde están las fotos de los creadores más pop y con ellos a un color y una extravagancia hasta entonces prohibidos. Son las obras de los artistas que formaron parte del movimiento contracultural que dio en llamarse la “movida madrileña” (ver los fotografos que...), y que desde finales de los años 70 y durante los 80, celebró la llegada de la esperada democracia, buscando en las artes y en los excesos el germen de una cultura alternativa que dejase atrás 40 años de dictadura, miedo y silencio. Aquí podemos ver a un joven Pedro Almodóvar, antes de que sus películas lo hicieran mundialmente famoso, convertido en Drag Queen ( se llama a un hombre que se viste y actúa como una mujer, exagerando los rasgos) en la foto Pedro Drag, tomada por Pablo Martínez Mínguez en 1983, o Peluquería, una de las primeras tomas de la emblemática Ouka Leele.
El pasado y el presente conviven a través de estas fotografías y las restantes áreas temáticas que las estructuran: personajes, retratos, espaldas, cuerpos, religión- esote-
rismo, naturaleza, paisajes, manos pies y multitudes. Los formatos son diversos y el blanco y negro alternan con el color. La fotografía documental de los 60 y los 70, se cruza con el arte pop de los 80, y la con la fotografía conceptual de los 90 y la primera década de 2000, en un juego calculado. Explica Pablo Hofman, responsable de las visitas guiadas que “Todas las fotos se ven desde todas partes y todas se miran entre sí, nada en la distribución es casual ”.
En los 90, llega el esperado bienestar y la actitud rebelde se diluye para dejar paso al arte conceptual.
Naturaleza muerta, de Tony Catany o el cactus hecho de alambre de Chema Madoz, apuntan a una fotografía que más que documentar, se propone crear mundos nuevos, desprovistos de cualquier crítica social. Según su curadora: “el atractivo de la muestra es acercarse a la historia de la fotografía en España, ver a artistas de técnicas, formatos, y épocas distintas”.
Una sensación queda tras ver las fotografías: esta muestra habla. Habla de de España y de sus cambios, pero sobre todo, habla de la evolución de las imágenes que fueron definiendo y mostrando al mundo un país que comenzó tarde a tener la libertad de crear, de retratarse, y de darse una capa de color para cubrir sus más oscuros recuerdos.