El Monumento a los Dos Congresos ya tiene un siglo de existencia
Es el más grande de la Ciudad y fue inaugurado en 1914 para evocar a la Asamblea del Año 1813 y al Congreso de Tucumán.
Está sobre una plataforma que se encuentra a más de cuatro metros del nivel del piso; la estatua se sostiene sobre un pedestal hecho en piedra de Nancy que supera los 13 metros de alto, y la imagen de la República, hecha en bronce oscuro, tiene 6,20 metros. Además, se complementa con un estanque con agua que suma unos cien metros cuadrados de superficie. Por eso, aunque hay otros que lo superan en altura, el Monumento de los Dos Congresos, que hoy cumple un siglo, figura como el más grande de la Ciudad.
Inaugurado el 9 de julio de 1914 en la plaza del Congreso, fue pensado como una ornamentación conmemorativa dentro de los festejos del Primer Centenario de la Revolución de 1810. Y aunque en su origen se preveía colocarlo en la Plaza de Mayo, esa idea no prosperó y se postergó cuatro años más. Al elegirse el lugar en donde se lo instalaría ( la plaza que está frente al Congreso Nacional, que había sido planificada en 1910 por el paisajista francés Carlos Thays) algunos protestaron: decían que le quitaba perspectiva al gran palacio del Parlamento.
Lo cierto es que la obra, realizada por el prestigioso escultor Jules Lagae ( 1862-1931) y el arquitecto Eugene D’Huicque ( 1877-1955), ambos nacidos en Bélgica, fue a cubrir aquel espacio en el que algunos años antes había estado el circo Buckingham Palace, donde se lucía el clown inglés Frank Brown. El monumento era en homenaje a dos congresos históricos: el de la Asamblea de 1813 y el de Tucumán de 1816.
En 1914, Buenos Aires tenía un poco más de un millón y medio de habitantes. La cifra era reflejo del crecimiento que había registrado la Ciudad en una década. Eso se notaba en algunas obras. Por ejemplo, también en 1914 el trazado de la línea A del subte ( el primero que hubo en América latina) se extendía hasta el barrio de Caballito. Pero el Monumento a los Dos Congresos iba a hacer historia. En lo alto de la plataforma, a la que se llega por tres escalinatas de grani- to, aparece la figura de una mujer representando a la República que sostiene una rama de laurel como símbolo de victoria. Su otra mano está apoyada sobre la guía de un arado. Rendidas a sus pies se ven serpientes ( simbolizan el mal) y otra figura que representa al trabajo y vierte riquezas surgidas desde un cuerno de la abundancia. En la balaustrada, grandes cóndores de bronce y rondas de niños como símbolo de paz, completan la ima- gen. En ambos lados del pedestal hay figuras que representan a los dos congresos: al Sur, una mujer mostrando las “rotas cadenas” de libertad; al Norte, una mujer con el Escudo y la Bandera.
Todo el conjunto se completa con la fuente, rodeada por otra de piedra con animales de la fauna argentina, también hechos en bronce. La fuente simboliza al Río de la Plata y a sus afluentes, el Paraná y el Uruguay, representados por las esculturas en bronce de dos hombres que vuelcan el agua con cántaros. Está presidida por un conjunto escultórico con un joven “genio” guiando una cuadriga de vigorosos caballos.
La obra enaltece aún más la plaza del Congreso, un espacio verde de dos hectáreas (no se incluye la plaza Lorea y la plaza Moreno) que desde 1991 fue declarado Patrimonio Histórico Nacional. Allí, antes de la parquización, había caballerizas del Escuadrón de Vigilantes de la Policía Montada ( creado en 1890), un molino harinero un gigantesco tanque de agua sobre una torre de hierro y otras instalaciones vecinas al Mercado de Lorea. El nombre Lorea recuerda a Isidro Lorea, un comerciante español que, con su mujer y empleados, enfrentó hasta la muerte a los invasores ingleses.