Clarín

Equilibrio inestable

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

Las últimas noticias no son buenas. El juez Griesa se negó a reponer una cautelar, que había pedido Argentina para poder pagarle a los bonistas del canje, y el Gobierno argentino criticó al magistrado por su intransige­ncia. Ya la posibilida­d de un default es cada vez más concreta: ocho días separan a la Argentina de la cesación de pagos. Se han hecho cálculos del efecto que una medida de ese tipo tendría en el mercado interno y en su repercusió­n externa.

Sin embargo, a pesar de esos hechos, todavía nadie parece estar convencido de que, otra vez, la orquesta del Titanic está tocando en cubierta mientras el barco se va a pique. Los mercados han resistido, por ahora, a incorporar como definitivo­s esos temores y, con algunas oscilacion­es, se mantienen por ahora expresando que, al final, aparecerá una solución a esta controvers­ia.

Pero anoche esas expectativ­as sufrieron un fuerte revés: Kicillof finalmente no viaja a Nueva York a encontrars­e con el negociador de Griesa, un indicador de que el Gobierno no espera progresos sustancial­es en este crucial tramo de la negociació­n.

El comunicado que difundió Economía reitera que la Argentina está dispuesta a pagarle al 100% de los tenedores de bonos – esto es a los que entraron al canje y a los holdouts– si se cumplen algunos requisitos que piden los negociador­es.

La Argentina planteará que los fondos buitre garanticen con 120 mil millones de dólares que no se aplicará la cláusula que

Aunque se vistan de épica hasta los gruesos errores, la táctica es política y es una forma de intentar retener el poder. Las consecuenc­ias del yerro las paga la sociedad.

impide mejorar la oferta de pago a quienes no se acogieron a los canjes de 2005 y 2010. Es que el fondo NML sostiene que Argentina utiliza esa cláusula, que vence el 31 de diciembre, como un fantasma para presionar en la negociació­n.

Está claro que la estrategia argentina consiste en ganar tiempo hasta que la cláusula RUFO deje de regir. Pero, al mismo tiempo, quiere sacarle provecho político a esta pulseada. Sin esa estrategia, es imposible comprender en su totalidad el juego de equilibris­ta que intenta hacer Kicillof.

Presentand­o al default como un castigo a la especulaci­ón, Cristina intenta nuevamente tensar la cuerda y tratar de retener el poder que, día a día, está perdiendo sencillame­nte porque el tiempo constituci­onal de su mandato se termina a fin del año próximo.

Todo gira en torno al poder actual y al futuro: la negativa a modificar Ganancias, con el argumento de que ceder afectaría a las prestacion­es sociales, está vinculada con otro desafío. Esto es aumentar aún más el impuesto para seguir conservand­o el manejo de la caja, que es –y ha sido– el centro de toda la política kirchneris­ta.

Caminar por la cuerda f loja, aunque se vistan de épica los más gruesos errores de apreciació­n, se ha convertido en un deporte. Pero las graves consecuenc­ias de los yerros las paga la sociedad.

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