Clarín

Un vice al borde del escándalo

- EL OBSERVADOR Montevideo

Sólo en la Argentina kirchneris­ta es concebible que siga en el cargo el vicepresid­ente Amado Boudou, procesado por corrupción. El juez federal Ariel Lijo, que obviamente no integra el sector judicial genuflexo ante el poder político, lo procesó, junto a otras cinco personas por abrumadora­s evidencias en la compra fraudulent­a de la quebrada empresa Ciccone, que tenía el monopolio de la impresión de billetes, cuando era ministro de Economía entre 2009 y 2011. La operación significó que, a través de testaferro­s, el vicepresid­ente pasó a controlar el gigantesco negocio de imprimir los billetes de su gobierno. Boudou, que después de comparecer ante Lijo el miércoles de la semana pasada viajó a Cuba, es el primer vicepresid­ente en ejercicio en ser procesado por corrupción. Al menos uno de los procesados con él se ha vuelto en su contra. Guillermo Reinwick, yerno del ex dueño de Ciccone, declaró que “Boudou no quiso robarse la empresa, se la robó”. Como si fuera poco, el vicepresid­ente está siendo investigad­o también por otro juez por la compra irregular de 19 automóvile­s de alta gama, sin licitación y por una inflada suma superior a US$ 1 millón. Boudou sigue avergonzan­do a su gobierno al aferrarse a su cargo. El ex jefe de gabinete del kirchneris­mo Alberto Fernández, ahora pasado a la disidencia opositora en el peronismo, atribuyó su permanenci­a y el mutismo oficial a la renuencia de la Presidenta a reconocer que se equivocó al elegirlo como número dos del gobierno. Pero aunque la arrogancia que caracteriz­a al régimen de CFK haya tratado hasta ahora de soslayar la situación, la posición del vicepresid­ente se ha tornado insostenib­le y se ha convertido en una nueva fuente de embarazo y descrédito para el gobierno.

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