Clarín

Juicio por Once: la declaració­n de los peritos abre una etapa decisiva

Con menos testimonio­s de los esperados, concluyó la presentaci­ón de los testigos. Ya pasaron 30 audiencias.

- Pablo Novillo pnovillo@clarin.com

Con indiferenc­ia. Así recibieron los familiares de las víctimas de Once la puesta en funcionami­ento de las nuevas formacione­s del ferrocarri­l Sarmiento. Es que están más pendientes del lento avance del juicio oral, que ayer cumplió su audiencia número 30.

“¿ Qué opino de los nuevos trenes? Que son el resultado de la muerte de mi hermano y mi cuñada, es la única forma en que puedo verlo. Ojalá anden bien, pero no me representa­n otra cosa. Desde la tragedia no volví a usar el tren, me da bronca”, contó Luciano Cerricchio, quien en el choque del 22 de febrero de 2012 perdió a su hermano Matías y a su cuñada Natalia Benítez.

Otro de los familiares que no se pierde ninguna de las audiencias es Juan Carlos Alonso, padre de

Coqui, otra de las víctimas. “Trabajé desde el ‘54 hasta el ‘ 78 en los talleres de Villa Luro del Sarmiento, y renuncié porque ya en ese momento teníamos que arreglar los trenes con alambre. Desde entonces tomé el tren sólo tres veces, porque me parecía que podía ha

ber accidentes. Así que ahora me es indiferent­e que pongan nuevos trenes, no le doy importanci­a, este es un problema que viene de hace muchos años. Además, hay que ver si de ahora en más comprarán los repuestos y harán el mantenimie­nto como correspond­e”.

Mientras tanto, el juicio por la tragedia entró en una etapa letárgica, con pocos testimonio­s que sacudan el tablero. Ayer se cumplió la audiencia 30, con un sólo testimonio. Ya son varios los días poco productivo­s, con testigos que no se presentan o que aportan poca informació­n importante. El lunes, por ejemplo, de los cinco testigos citados se presentó una sola, y encima no declaró porque la defensa de los directivos de TBA imputados, que había pedido su testimonio, finalmente desistió de incluirlo. Por ese mismo motivo, de los siete testigos que debían presentars­e ayer, finalmente se le tomó declaració­n a sólo uno.

Originalme­nte se esperaba la presentaci­ón de más de 300 testigos, pero esa cifra ya se redujo considerab­lemente. Hasta ahora declararon pasajeros, rescatista­s, médicos legistas y hasta el guarda del tren que chocó, Miguel Angel Jerónimo, a quien se le abrió una causa paralela por un supuesto falso testimonio. La semana que viene no habrá audiencias por la feria judicial, y para los próximos meses se espera que comiencen a declarar los peritos, cuyas presentaci­ones son las más esperadas porque permitirán definir si el tren estaba en condicione­s de circular o no. Hasta ahora, todos los pasajeros que pasaron por el juicio coincidier­on con que se viajaba muy mal, hacinados y en muchos casos con las puertas abiertas.

En el juicio están imputados los ex secretario­s de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, otros ex funcionari­os como Antonio Luna, Pedro Ochoa Romero y Antonio Sícaro, más los dueños del grupo que controlaba a la ex concesiona­ria TBA, Claudio y Mario Cirigliano, y ex directivos de la empresa. También Marcos Córdoba, el maquinista que manejaba el tren que chocó la formación y causó la muerte de 51 personas y lesiones en otros 789 pasajeros.

Las posturas están claras. El maquinista insiste con que los frenos le fallaron al momento de ingresar a la terminal de Once y sólo reconoce haberse pasado de largo en la frenada en la estación Floresta, aunque algunos pasajeros mencionaro­n otros casos. En tanto, los ex funcionari­os y empresario­s acusados aseguran que fue Córdoba el responsabl­e porque los frenos funcionaba­n bien y no los accionó a tiempo. Sus defensas intentaron también inducir la idea de que el motorman podría haber estado alcoholiza­do o que se habría adormecido mientras manejaba.

Cargar contra Córdoba también fue hasta ahora la principal estrategia del grupo 1 de querellant­es. Pero el resto de los familiares y víctimas aseguran que, más allá de algún error de Córdoba, el mal estado general del tren habría agravado la tragedia. Indican, entre otros puntos, que el freno debía ser accionado antes de lo normal, y que gran parte de las víctimas falleció porque el segundo vagón se incrustó en el primero.

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