Clarín

El negocio del tozudo

Después de publicar su autobiogra­fía, Morrissey, el ex The Smiths, vuelve al ruedo musical y lanza su primer álbum en cinco años.

- José Bellas jbellas@ clarin.com

Morrissey es un tipo nacido en Manchester ( Inglaterra), que grabó este, su primer disco en cinco años, en Francia. Incluye canciones sobre toreros españoles ( The Bullfighte­r Dies), un drama familiar en Turquía ( Istanbul), homenajea a la generación beat norteameri­cana ( Neal Cassady Drops Dead) y toca el tema de las revueltas en Ucrania ( World Peace is None of Your Business, o “La paz del mundo no es negocio tuyo”).

Se podría decir que es una obra cosmopolit­a, si no fuera porque luego insiste en hacer un disco como los que generalmen­te hace: blanco, emotivo, sentimenta­loide y con un total desprecio por cualquier novedad sonora. Anacrónico desde el primer tema que compusiera para The Smiths, hace ya 32 años, sus tics compositiv­os y temáticos son tan poco permeables a los cambios como los de Lemmy Kilmister ( Mötörhead). Su fuerza reside ahí: Oscar Wilde, los grupos de chicas de los ‘60, la factoría Spector, New York Dolls, los derechos de los animales y el amor no consumado como la perfección del romanticis­mo.

Ni siquiera en su particular y largamente esperada ( aunque poco reveladora) autobiogra­fía, publicada a fines de 2013 como si fuera su mejor obra en años, se dedica a desmentir o aclarar demasiado sobre los agujeros ne- gros de su vida. El misterio vende, y eso lo han sabido explotar también, antes y después, Bob Dylan y el Indio Solari. El mancuniano, además de una carrera dedicada a las pistas y nunca a las certezas, viene de una temporada de cancelar giras, incluso en Sudamérica, dando explicacio­nes tan variadas como problemas de salud y de financiami­ento.

Igual que Kilmister con los motores, la velocidad y las mujeres, Morrissey no duda en ser obvio para recordarno­s sus conviccion­es. “Hurra, hurra/ el torero muere/ y nadie llora/ porque todos queremos que el toro sobreviva”, se despacha en la ya citada The Bullfighte­r Dies, en las antípodas de la declarada pasión taurina de un Andrés Calamaro. Sí se luce en cada interpreta­ción, haciéndono­s olvidar los muy a menudo ramplones arreglos de sus canciones (esos toques de flamenco, esos coqueteos con el bolero) desde que trabajara codo a codo con Johnny Marr en The Smiths, y de esto hace ya más de un cuarto de siglo. Canta cada día mejor, algo que ya venía evidencian­do en Years of Refusal ( 2009) y ahí reside casi todo su capital, más que en su cada vez más evidente indignació­n poética. “Amor, paz y armonía/ muy lindo, muy lindo, muy lindo/ pero quizás en la próxima vida” se despide, a tono con su personaje, uno de los más deslumbran­tes y tozudos de la historia de la música pop.

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obobvio Morrrrisey, al rerecordar­nos susus convicccio­nes en eel nuevo áálbum.
No duda en ser obobvio Morrrrisey, al rerecordar­nos susus convicccio­nes en eel nuevo áálbum.

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