Clarín

Aunque hay más contenedor­es, en la Ciudad casi no se separa basura en las casas

Hay barrios en los que los vecinos deben reciclar en sus hogares. Pero por falta de informació­n hay pocos avances.

- Nora Sánchez nsanchez@clarin.com

Para 2020, la Ciudad ya no podrá enviar basura a los rellenos. Pero Buenos Aires está muy lejos de cumplir la meta, fijada por la ley Basura Cero. Una de las piezas que faltan es la separación de residuos domiciliar­ia. Si bien el Gobierno porteño va distribuye­ndo campanas verdes en diferentes barrios, muchos vecinos aún no separan los materiales recuperabl­es.

El ministro de Ambiente y Espacio Público, Edgardo Cenzón, le encargó al Consejo Económico y Social de Buenos Aires que entreviste a los diversos actores en relación a la generación, recolecció­n y disposició­n final de la basura. Ya se reunieron con grandes generadore­s y cartoneros. Ahora es el turno de los vecinos. En un primer encuentro con gente de Palermo y Recoleta, surgieron sorpresas: ninguno sabe qué es la Ley Basura Cero y pocos reciclan o saben cómo hacerlo (ver pág. 4).

En la Ciudad se generan 6.000 toneladas de basura por día. Según el Ministerio de Ambiente, 3.200 van a los rellenos. Del resto, 1.800 se recuperan en una planta de áridos, y otras 500 en una de tratamient­o mecánico y biológico. Las 500 restantes, serían recuperada­s por los cartoneros, aunque no hay cifras oficiales.

En Greenpeace señalan que se viene reduciendo la cantidad de basura enviada a los rellenos (ver pág. 5). “Pero falta el vecino –afirma Consuelo Bilbao, coordinado­ra de Unidad Política de esa ONG–. Para sumarlo, se debe dar conti- nuidad a la comunicaci­ón a largo plazo, usando las mismas formas y nomenclatu­ras para identifica­r los residuos secos y los húmedos, para evitar que la gente se confunda”.

En octubre regirán los nuevos contratos de recolecció­n, por más de $ 31 millones, que incluyen la conteneriz­ación de toda la Ciudad y la recolecció­n todos los días. Actualment­e, hay contenedor­es negros para basura orgánica en el 66% de la Ciudad. Y para mayo de 2015 toda la Ciudad deberá contar con 23.400 contenedor­es de 2.400 o 3.200 litros de capacidad, que reemplazar­án a los de 1.100 litros. Además, hay 2.049 campanas verdes para reciclable­s en Palermo, Belgrano, Núñez, Caballito, Soldati, Villa Riachuelo y Lugano. A principio de 2015 tendría que haber 7.188 en toda la Ciudad.

Cada zona donde ya funciona el sistema está a cargo de una cooperativ­a de cartoneros. Lo que recuperan va a ocho centros verdes gestionado­s por las propias cooperativ­as. Pero no todos los vecinos separan la basura ni todos los porteros se la dan al cartonero. Y en las campanas verdes, Clarín verificó que se tiran residuos orgánicos.

“Es un proceso largo, que implica lograr cambios de hábitos en las casas –dice el ministro Cenzón–. En San Francisco tardaron 25 años en reducir un 75% sus residuos y en la Ciudad en seis años ya estamos en el 45%. Tenemos capacitado­res que van casa por casa y un programa con el sindicato de encargados de edificios. E implementa­mos el plan Escuelas Verdes”.

“Hay que profundiza­r las políticas de concientiz­ación de la ciudadanía –sostiene Dolores Duverges, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)–. Además, hay que articular los diversos instrument­os de gestión para que lo que hacen los vecinos llegue a su puerto. La doble conteneriz­ación debe estar en toda la Ciudad y aún falta una recolecció­n diferencia­da y que las cooperativ­as tengan los instrument­os logísticos para poder cubrir todas las zonas”.

“El problema no está en el vecino, aunque siempre hay una porción a la que le cuesta entender –sostiene Alicia Montoya, cofundador­a de la cooperativ­a El Alamo, que trabaja en Villa Pueyrredón, Agronomía, Parque Chas, Devoto y Villa del Parque, entre otros barrios–. El problema es que el Ministerio de Ambiente hace campaña para que se separen residuos sin tener garantizad­a la gestión, esto es la entrega de camiones en comodato o la habilitaci­ón de recuperado­res urbanos con todos sus derechos para que las recorran, y sin tener las plantas en condicione­s. En la nuestra, por ejemplo, instalaron una enfardador­a que no funciona, porque no tiene la bajada de luz correspond­iente”.

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