Clarín

Las nenas esclavizad­as habrían sido entregadas para un ritual

Creen que sus padres las dejaron en manos de una mai y un pai umbanda como una ofrenda. Aún no los ubicaron.

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La principal hipótesis en la investigac­ión del caso de las tres nenas que pasaron más de un año esclavizad­as en una casa de Lanús es que fueron entregadas por sus familias a sus captores para que hicieran rituales. Los investigad­ores creen que los padres de las víctimas –una de 4 años, su hermana de 13 y la tía de ambas, también de 13– las pusieron en manos de una mai y un pai umbanda como una ofrenda al dios Oxalá, considerad­o el creador del mundo, el más respetado de todos los Orixa (santos) afrobrasil­eños, y por consiguien­te, el protector de los hombres.

Lejos estuvieron los detenidos, Graciela L. (44) y Jorge R. ( 54), de representa­r la paz que simboliza el Rey de los Orixas. Según confirmaro­n las primeras pericias médicas sobre las nenas, la esclavitud incluyó torturas de lo más aberrantes. Si las chiquitas no obedecían las órdenes de sus captores sufrían todo tipo de vejámenes: quemaduras con tenedores calentados en aceite hirviendo, patadas, golpes de puño y hasta con palos con pinches. También las sometían a estar semidesnud­as a la intemperie en pleno invierno e incluso les tiraban baldazos de agua helada.

De acuerdo a lo que le contó a Clarín una fuente de la investigac­ión, las víctimas prácticame­nte no eran alimentada­s. “Cuando fueron rescatadas estaban con pérdida de peso, sobre todo la más pequeña. Las alimentaba­n poco o nada. Calculo que más bien nada”, contó un vocero del caso.

Una de las chicas de 13 años había sido rapada y presentaba “importante­s hematomas en la cara”. La más chiquita tendría una quemadura en un cachete. “A las dos más grandes las ofrecían para que tuvieran sexo con vecinos y familiares”, contó otra fuente de la investigac­ión.

Ninguna de las nenas iba a la escuela. Las obligaban a trabajar y a hacer todas las tareas domésticas. Según un vocero, las hacían permanecer durante horas “de rodillas cuando se negaban a hacer lo que les ordenaban”. Tenían todas las piernas lastimadas por esta práctica. Y a veces las hacían dormir en un pozo.

Las nenas escaparon en la tarde del domingo por una ventana de la casa de Monte Chingolo donde Graciela L., la mai umbanda, las tenía secuestrad­as. Una vecina la llevó hasta la Policía y así se inició la investigac­ión, que también derivó en la detención de Jorge R., tío de la mujer y pai umbanda.

En un primer momento, Daniel Quijano, un oficial de la Bonaerense que participó de los operativos, se las llevó a su casa y las cuidó junto a su mujer. Incluso se ofreció a quedarse con ellas. Pero ahora las nenas fueron incorporad­as al Pro-

Los delitos que les imputan Los dos detenidos están acusados por “lesiones graves, corrupción de menores, explotació­n sexual agravada, trata de personas agravada y reducción a la servidumbr­e agravada”. El hombre, asimismo, está imputado por “abuso sexual agravado, por la situación de convivenci­a y por ser las víctimas menores de 16 años”.

grama de Hogares Convivenci­ales de la Secretaría de Niñez bonaerense. Las dos hermanas están juntas y la tía de ellas fue derivada a otra casa. Su guarda definitiva será definida con el tiempo (ver Están con un...).

Mientras tanto el fiscal del caso, Jorge Grieco, definió que especialis­tas las entreviste­n en una cámara Gesell para poder acercarse más a las razones que llevaron a sus familiares a entregarla­s. No se descarta que, además, haya habido dinero de por medio.

A partir de diferentes testimonio­s, el fiscal pudo determinar que las dos nenas más grandes llegaron a la casa de Monte Chingolo hace algo más de un año. Y que la más chiquita lo hizo en los últimos meses. Sin embargo, no pudieron dar todavía con sus padres, que están identifica­dos y viven en la localidad de Los Hornos, en La Plata. “Hay mucho hermetismo, desconocim­iento y también indignació­n en ese barrio”, dijo a Clarín

una fuente policial.

El fiscal Grieco sospecha que a las dos más grandes las entregaron sus madres. Pero todavía no sabe si a la más chiquita la llevó a Lanús algún otro familiar.

Ayer fue un día agitado en los tribunales de Lomas de Zamora porque muchos de los vecinos de Graciela L. y Jorge R. declararon ante el fiscal Grieco. “Ahora están más tranquilos porque saben que los captores están presos, pero tenían mucho miedo. Esta gente logró generar respeto espiritual y cierto manejo psicológic­o de sus vecinos, de tanto hacerles ‘trabajos’ buenos y malos”, contó una fuente del caso.

El pai y la mai umbanda están detenidos ahora en comisarías de la jurisdicci­ón de Lomas de Zamora. Según las fuentes consultada­s, ambos negaron haber torturado o sometido a las nenas. La mujer afirmó que las había recibido en su casa porque le dieron lástima, ya que llegaron a ella en estado de desnutrici­ón y hasta con parásitos. Pero no pudo probar esto.

Los acusados aseguraron que ya no profesan el culto umbanda, aunque en sus casas se secuestrar­on muchas estatuilla­s de ese culto. El pai, además, confesó que estuvo preso por robo y que recuperó la libertad en 2003 tras cumplir la condena. Sin embargo, ese dato todavía no fue corroborad­o.

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EL DIA Detenida. Graciela L., la mai umbanda detenida por someter a las tres nenas durante más de un año./
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Rescatadas. Las tres víctimas, en la casa de un policía que las alojó tras ser rescatadas. Ahora están en un hogar.

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