La “rave” de Lady Gaga
La estrella hizo delirar al todo el estadio de Los Angeles en una parada de su gira “The Artpop Ball Tour”.
Respaldada en un show de gran producción, la diva hizo bailar a sus fans que colmaron el Staples Center de Los Angeles.
Lady Gaga convirtió en una gran rave al Staples Center, sede del equipo local de básquet los Lakers, lunes y martes en su parada con ArtRave: The Artpop Ball Tour. La gira con la que está presentando su tercer disco de estudio ( Artpop) hizo bailar a los leales “monstruos” que llenaron las 15 mil butacas del estadio en la primera noche.
Una DJ encendió a la gente hasta que apareció Gaga con el primero de una sucesión de vestuarios extravagantes, ligeros de ropa todos, con pelucas cada vez mas elaboradas. Sobre el final, en un look que recuerda al animé japonés y también a una caricatura de los ‘80, Rainbow brite, una nena vestida con los colores del arco iris, bandera de la comunidad gay, sus fans de la primera hora.
Su nuevo set es gigantesco, con hongos inflables blancos en el escenario principal para darle marco a su banda ( 2 guitarras, un bajo, batería y teclados) y luego otros cuatro escenarios cilíndricos conectados por pasillos por los que la cantante no dejó de desplazarse junto a su docena de energéticos bailarines. Como en una rave o una clase de zumba. Sobre un lounge VIP de una marca de vodka estaba el gran piano blanco con el que Gaga aprovechó para calmar las aguas a mitad del show con Born this Way, cuando se sacó la peluca para mostrarse vulnerable, su pelo castaño oscuro atado por una redecilla.
Para el primer tema, Artpop, se puso unas alas doradas de ángel y una peluca rubia que la hacían parecer una vedette argentina. Y en tren de buscar semejanzas, a juzgar por lo que se veía en la pantalla y en carne y hueso, parece que Gaga comparte con Susana Giménez la tecnología adelgazante. Hace poco le dijo a Jimmy Kimmel que sabe que está un poco rellenita porque come bien y que eso no le preocupa porque sus fans la aman tal como es y que “es más fácil ser uno mismo que pretender ser otro”.
Durante su show, no para de arengar a sus seguidores. “Estamos hoy aquí porque tenemos conceptos parecidos de la vida”, o “celebremos nuestro amor y nuestra creatividad”, dice. Y ellos asienten agitando rítmicamente sus pelucas al tono y desafían el tránsito quedándose hasta la última estrofa de Gipsy: una despedida solitaria en el piano, otra vez sin peluca, desde donde prometió que volverá con un disco (más) dance.
Inspirado por esa visión, el crítico del diario Los Angeles Times llegó a pedirle un par de conciertos en el Walt Disney Concert Hall, sin maquillaje; sólo ella y su piano. Será para otro público, porque el del lunes no dejó de bailar un minuto la serie de 24 canciones, en la que presentó temas nuevos ( Fashion, Manicure, Swine con los bailarines disfrazados de cerdos) y repasó hits como Alejandro.
Entre sus fans VIP, Sofía Vergara fue a visitarla al backstage y desde ahí tuiteó una selfie con la diva. La colombiana había llegado de la mano de su nuevo novio Joe Manganiello, el musculoso hombre lobo de True Blood, oficializando el romance para los fotógrafos que los esperaban a la salida. A ellos les dedicó Gaga su tema Paparazzi. Y tuvo también unas palabras para la ciudad que la vio crecer artísticamente. “Aquí en Hollywood se siente mucho la presión por lucir bien y ser exitoso. Pero quiero decirles algo, no es la misma mierda”, gritó desaforada presentando Applause, el tema donde les dice a sus fans que vive (y muere) por sus aplausos.