Clarín

Laverne Cox

“No por ser trans, soy mejor o peor artista”

- MEXICO. ENVIADO ESPECIAL L Horacio Bilbao hbilbao@clarin.com

Ayudo a subir el volumen de la voz de aquellos que no tienen la misma plataforma que yo”.

Es una de las protagonis­tas de “Orange is the New Black”, la serie de Netflix que es furor en la Argentina y en el mundo. Transexual y activista, cuenta sobre su infancia pobre y con bullying. Y sobre la batalla ganada al prejuicio.

Laverne Cox es una de las figuras del momento, pero todavía no cae. Para decirse que lo suyo no es un sueño, usa como fondo de pantalla de su celular la imagen de la revista Time que la llevó como tapa el pasado 4 de junio. La primera transexual en ocupar ese espacio. También es la primera en ser nominada a un premio Emmy. Y todos estos éxitos comenzaron a partir de su papel en Orange is

the New Black, donde interpreta a Sofía, una reclusa que además es la estilista de la prisión.

“Estoy teniendo un año maravillos­o, pero mientras tanto muchas mujeres transexual­es luchan por sus vidas, son estigmatiz­adas, marginadas alrededor del mundo. Hay que seguir peleando”, dice Laverne, desnudando su creciente rol de activista y dudando si comer o no una medialuna que atentaría, tal vez, contra sus vestidos entallados.

Cox es actriz, productora y defensora de los derechos de los transexual­es. Ahora disfruta del éxito, pero su vida fue dura. Nacida en Alabama, sufría ataques permanente­s de sus compañeros de escuela y a los 11 años intentó suicidarse. “He tenido que dar muchas batallas”, le dice a Clarín, por si hiciera falta. “Soy negra, pobre y transexual en los Estados Unidos. Criada por una madre soltera, sufriendo el bullyng permanente, nunca pensé que podría estar en la tapa de Time. Me resulta increíble”. Ya sabremos más de su historia íntima cuando publique la autobiogra­fía que escribe para la editorial Harlequin.

Cox es autobiográ­fica. Reniega de hablar en nombre de la comunidad, pero aún así su voz es cada ves más poderosa. Le preocupan las leyes y los estigmas del lenguaje. Conoce a la perfección la legislació­n de nuestro país. “La Argentina tiene una de las leyes más progresist­as en el mundo. Los felicito por eso”, dice. Pero a la vez asume que no es una experta en transforma­ciones. “Puedo contar mi caso, pero hay expertos en el tema, gente alrededor del mundo que está haciendo un trabajo maravillos­o”, elogia. Y explica su rol: “Ayudo a subir el volumen de la voz de aquellos que no tienen la misma plataforma que yo. Pero no por ser transgéner­o, mi trabajo como artista es mejor o peor”.

Su papel en significó el gran salto para ella, pese a que ya había sido premiada por su

participac­ión en un reality show. Acá hace ficción. “No es difícil hacer de trans, soy trans, pero gozo y sueño con esas relaciones que tengo en la serie, mi esposa, mi hijo”. Sofía, su personaje, se convierte en mujer trans después de casada y ya con un hijo. Cae presa por recurrir al fraude con tarjetas de crédito para comprar hormonas para su transforma­ción. “Amo de esta serie el cruce entre comedia y drama. Pienso en mí, para lidiar con situacione­s difíciles, trágicas, tenemos que recurrir al humor. Es lo que hacemos para sobrevivir”. Lo otro que disfruta es la diversidad de voces por la que apuesta Jenji Kohan, la directora. “No tenemos apenas una latina o una negra para cumplir con la cuota, son varias de ellas. Funciona por eso”, dice Cox.

Ha desistido Laverne de la revancha. Su “venganza” está en sus logros, y en el fortalecim­iento de sus posiciones. Hace unos días, Cox cruzó duro a Katie Couric, su entrevista­dora en un show televisivo, después de que ésta insistiera con el tema de su operación de genitales. “La preocupaci­ón por la transición y la cirugía objetiviza las personas trans... A menudo somos objeto de violencia. Experiment­amos la discrimina­ción de manera desproporc­ionada al resto de la comunidad. Nuestra tasa de desempleo es el doble de la media, nuestra tasa de homicidios es la mayor. Si nos centramos en la transición, no podemos hablar esas cosas”, avanzó. Y ahora en esta charla con Clarín se queja del uso de lenguaje estereotip­ado: “El lenguaje es político y es histórico, es importante entender que tiene esas implicacio­nes”.

Vaya si no son triunfos los de Cox. Dice que volvió a festejar un cumpleaños después de 12 años. Había dejado de hacerlo porque nunca iba nadie. “Era traumático para mí”, recuerda. Ahora hizo coincidir su aniversari­o con la tapa de Time. Obviamente sobraron invitados. Pero el pasado está. A los 11 años, tras el intento de suicidio, Cox le pidió a su madre que la mandara a la escuela de teatro. “Ahí me trataban de loca”, dice. Y cuenta que su madre la apoyó. “Puedo decir que el arte salvó mi vida. Eso y mucho trabajo, perseveran­cia y apoyo, que yo por suerte tuve, y mucha gente no”.

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Definición. “Estoy teniendo un año maravillos­o, pero mientras muchas transexual­es luchan por sus vidas, son estigmatiz­adas”.
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