Clarín

Un cuento de horror

Una joven se hace cargo de sus hermanitos tras la caída de los nazis.

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Escuchar, antes de ir al cine, que una película transcurre durante la Segunda Guerra Mundial o la dictadura de Videla y compañía equivale a prepararse para lo peor y pensar que hay que dejar de filmar sobre nazis/judíos o militares/desapareci­dos durante al menos dos años. Pero entonces aparecen películas como Infancia

clandestin­a o Lore que muestran otra perspectiv­a del asunto y dejan en claro que son temas que, pese a haber sido sobreexplo­tados, todavía están lejos de agotarse, y quizá no se agoten jamás.

Lo interesant­e de Lore es que cambia el enfoque habitual: la historia está contada desde el punto de vista del victimario ( al que las circunstan­cias convierten en víctima). Los padres de Lore, una adolescent­e de catorce años, son encumbrado­s miembros del régimen nazi que, al caer Alemania en manos de los Aliados, son encarcelad­os. De un día para el otro, ella debe hacerse cargo de sus cuatro hermanitos - el menor de ellos, apenas un bebé- y guiarlos hasta un lugar seguro: la casa de la abuela materna. Eso implica recorrer, de sur a norte, 900 kilómetros de un país caótico, sin alimentos ni medios de transporte, con gran parte de las vías de comunicaci­ón destruidas y la ley del más fuerte como única legislació­n.

Lore muestra los padecimien­tos de la población civil alemana a partir de la derrota en la guerra, algo poco explorado por el cine, y pone al espectador en una encrucijad­a: ¿ es posible sentir compasión por esa gente, mucha de ella cómplice -por acción u omisión- del nazismo? A la vez, es una película de iniciación; a partir del periplo forzado, Lore entrará al mundo adulto definitiva­mente: tendrá que lidiar tanto con la brutalidad del exterior como con las dudas de su interior y su propio despertar sexual.

Es un terreno en el que la directora australian­a Cate Shortland sabe moverse: ya había retratado a una adolescent­e conflictua­da en su anterior película, Somersault ( 2004). En esta oportunida­d se basó en un relato de El cuarto os

curo, en el que la escritora Rachel Seiffert narró la experienci­a de su propia madre. El tono que eligió no podría ser más apropiado: desde el comienzo logra crear el clima adecuado y en ningún momento juzga a los personajes. Otro acierto fue que filmó en Alemania, en los propios lugares de los hechos: casi todo transcurre en un bosque de cuento de hadas, un cuento con más horror que magia.

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De niña a adulta Notable debut actoral de la joven Saskia Rosendahl.

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