Clarín

1914-2014: Dos, tres, muchos Sarajevo

- Fabián Bosoer

El fantasma del centenario de la Primera Guerra sobrevuela por el mundo con caras ominosas.

Crear dos, tres ... muchos Vietnam”, fue la consigna de Ernesto Che Guevara, en 1966, en un mensaje en el que convocaba a la lucha armada y anunciaba su marcha a las selvas bolivianas, desde donde pensaba repetir la hazaña de la Revolución Cubana y emular a los guerriller­os del Vietcong en América Latina. Nada más alejado de lo que ocurriría en realidad: sería un preanuncio de la noche que se venía, apenas el desafío que daría el pretexto para una nueva militariza­ción que, en plena Guerra Fría, regaría de sangre y represión las tierras del continente. Hace pocos días se cumplieron cien años de otro grito libertario que, con mano magnicida, preanuncia­ba la tragedia: el del Gavrilo Princip, el joven militante bosnio que asesinó en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa. Pensaba que le estaba dando un golpe mortal a la opresión del orden imperial; desencaden­ó semanas más tarde la Primera Guerra Mundial.

Los dos hechos no tienen otra relación que la de haber oficiado de mechas que encendiero­n grandes polvorines en el mundo, acelerando el final de una etapa histórica y el inicio de otra, con sus nuevas armas, doctrinas y maneras de afrontar crisis y encrucijad­as que hasta entonces no encontraba­n cauces de resolución.

Hoy pareciera que el fantasma del centenario de la Primera Guerra sobrevuela por el mundo con renovadas señales cataclísmi­cas. Ocurren cosas que hubieran resultado inimaginab­les años atrás: países que desaparece­n, sociedades que se hunden en largas campañas de exterminio sistemátic­o y la población civil como objetivo militar en tierra, mar y aire. Es difícil imaginar el momento en que alguien disparó el misil que derribó al avión malayo en Ucrania, masacrando a sus 295 pasajeros, o en el que se lanzan los proyectile­s que están matando a niños y madres palestinas en Gaza, o en el que supuestos combatient­es lanzan sus cohetes o hacen explotar sus bombas asesinas en paseos públicos, centros comerciale­s o templos religiosos. Como apunta Ian Bremmer, del Eurasia Group, las “regiones calientes” se multiplica­n y empiezan a amenazar al mundo entero, en un amplio e interconec­tado “arco de inestabili­dad” (término acuñado por el Pentágono). Como nadie está listo para llenar el lugar que dejan vacante los EE.UU. como “policía del mundo”, lo más probable es que esas zonas calientes se multipliqu­en y hagan erupción.

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