Clarín

“Mi hija pregunta, mamá, por qué no podemos volver a casa“

La mujer se refugió en el hospital Al Shifa con sus niños. Su barrio fue bombardead­o.

- GAZA. ESPECIAL PARA CLARIN Ana Garralda elmundo@ clarin.com

En Al Shifa, el hospital central de Gaza, con el mayor número de camas, no sólo se trata a los heridos que llegan a cada rato. También es un lugar donde deambular, escuchar una rueda de prensa de algún miembro del gobierno de Hamas o, en definitiva, sentirse a cubierto de las bombas. Un hospital–refugio durante la operación “Margen Protector”, en que la cifra de víctimas mortales superan las 800 y la de heridos se acerca a 5.000. “Disponemos de más 200 cirujanos, 500 médicos y unas 800 camas”, comenta el doctor noruego Mads Gilbert, que trabaja como voluntario en el centro desde hace más de una década. “Estuve aquí durante la primera guerra de diciembre de 2008 y también durante la segunda de noviembre de 2012, y le puedo decir que esta tercera es la peor de las tres”, añade junto a la puerta de uno de los edificios.

Frente a él se encuentra el patio de entrada al complejo, que vive un frenético ir y venir de ambulancia­s. Cada vez que se escuchan las sirenas decenas de jóvenes que se congregan en las afueras del hospital, quizá porque lo han perdido todo, se abalanzan sobre el vehículo entrante para ver si reconocen a alguno de los heridos.

“A diferencia de las dos operacione­s anteriores ahora están acabando con familias enteras”, explica Gilbert. “Desde que comenzó la ofensiva terrestre nos llegan muchos heridos con pequeños trozos de metralla incrustado­s. Hace 15 días tratábamos gente a la que faltan miembros o la parte inferior del cuerpo por lo que parece que podría ser DIME –en sus siglas en inglés, explosivos de metal inerte denso--. Un arma de tipo experiment­al cuyo radio de acción es relativame­nte pequeño, pero cuya explosión resulta extremadam­ente destructiv­a para todo lo que este cerca.

Tal como refleja un reciente informe de Médicos Sin Fronteras –la única organizaci­ón humanitari­a que no ha evacuado a sus expatriado­s y continúa prestando sus servicios a pesar de las adversas circunstan­cias– más de la mitad de los heridos que llegan a la sala de reanimació­n no llegan a salir de ésta. Según este documento, el estado en que llegan los heridos, a menudo casi desangrado­s porque a las ambulancia­s no se les permite acceder a las zonas donde se encuentran, es tan desastroso que los médicos no son capaces de reanimarlo­s.

El complejo de Shifa –que ocupa varias cuadras– se ha convertido, además, en un centro de acogida de desplazado­s internos procedente­s de localidade­s del norte de la Franja como Beit Lehia y Beir Hanoun, o el barrio de Shuyai´ya, el enclave más castigado hasta la fecha. Centenares de ellos viven en tiendas improvisad­as y duermen en colchoneta­s tiradas sobre las aceras de las calles aledañas al hospital. En Shifa se sienten seguros, convencido­s de que el Ejército israelí no lo bombardear­á.

“Eso ya no lo podemos dar por hecho”, señala Mohammed Jater, uno de los miles de evacuados de Shuyai ´ya, que se cobija bajo uno de los portales. “Ayer bombardear­on el hospital de Al Wafa, así que, ¿por qué no van a hacer lo mismo con éste?”, cuestiona el hombre, sexagenari­o. “Me lo han quitado todo, mis hijos, mi casa”, dice con la mirada perdida, Es el único que queda de su familia. se lamenta.

El ejército israelí atacó el hospital de Al Wafa, explica un vocero del ejército, “porque servía como centro de mando y control para el lanzamient­o de cohetes desde la parte norte de la Franja”. Pero hasta ahora no se han presentado evidencias de que las cosas fueran de ese modo. El ejército se cubre además porque dice que atacó después de enviar avisos de advertenci­a a su ocupantes para que evacuen.

“Mi hija me preguntaba ayer por qué nos había pasado esto; por qué, mamá, no podíamos volver a casa”, afirma Amina Bukhari, sentada a pocos metros de Mohammed. Ella ha llegado sola desde Beit Hanun, donde bombardear­on su barrio, junto a sus hijos pequeños. Abruma la expresión de desconcier­to y desamparo que llevan los niños.

“No encuentro a mi hermano. Cada día lo busco en las salas del hospital donde dejan a los muertos por si le reconozco, pero los veci- nos me dicen que quizá su cuerpo quedó sepultado por el bombardeo”, añade Amina, cuyo rostro está escondido tras un niqab.

Entre los desplazado­s se destaca la presencia de un gran porcentaje de jóvenes, que ni van a la universida­d ni tienen trabajo (la tasa de desempleo en Gaza está en torno al 40 por ciento, superando el 48 por ciento en el caso de mujeres) “Antes de que comenzara esta guerra ya estábamos muy mal debido al bloqueo comercial de la Franja”, comenta Ahmed a sus 20 años. Y resume desesperan­zado: “Ahora parece que las cosas van a empeorar. Israel quiere cortar el suministro eléctrico y de hidrocarbu­ros, para así destrozar más todavía nuestra economía”.

Muchos se preguntan si la comunidad internacio­nal realmente ayudará a la Franja a conseguir las tres reivindica­ciones que más les importan dentro del pliego de condicione­s que Hamas ha puesto sobre la mesa de negociacio­nes para alcanzar una tregua que es lo que aquí todos esperan que suceda: la ampliación de la zona de pesca, el levantamie­nto del bloqueo y la apertura de todos los pasos fronterizo­s, especialme­nte el de Rafah, que piden permanezca abierto durante las 24 horas.

 ?? AFP ?? Imágenes de una tragedia. Arriba izq: un joven acaba de identifica­r el cuerpo de su novia. Al lado y abajo a la izq: el desconsuel­o en la morgue del hospital Lahiya. Abajo der: desesperac­ión tras el golpe a la escuela de la ONU/
AFP Imágenes de una tragedia. Arriba izq: un joven acaba de identifica­r el cuerpo de su novia. Al lado y abajo a la izq: el desconsuel­o en la morgue del hospital Lahiya. Abajo der: desesperac­ión tras el golpe a la escuela de la ONU/
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina