Clarín

El camino de la judicializ­ación para postergar la solución

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@ clarin.com

Del discurso de la Presidenta y de la conferenci­a del ministro Axel Kicillof de ayer surgieron algunos puntos claros sobre la estrategia que piensa seguir el Gobierno. Si algo quedó en claro es que el Gobierno no piensa cumplir con la sentencia del juez Thomas Griesa y que, por lo que dijo ayer Kicillof, tampoco está dispuesto a ofrecerle a los fondos buitre más que el equivalent­e a lo que le dieron a los bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010. En su versión de ayer, el ministro dejó entrever que cualquier pago a los fondos buitre no excedería ese límite de los canjes anteriores ni aún después de enero de 2015, cuando ya haya pasado la amenaza a los efectos de la RUFO. Esa cláusula mantiene atemorizad­os a Cristina Kirchner y al ministro ante la posibilida­d de que, por un incumplimi­ento, se desate una ola de juicios de bonistas para cobrar el 100% de lo adeudado. Kicillof, el funcionari­o más encumbrado por la Presidenta – ¿ será el candidato?, ¿ qué pensarán Scioli, Randazzo y Urribarri?–, delineó ayer con claridad la estrategia oficial, que será el camino de la judicializ­ación en el intento de postergar las solu- ciones e ir ganando tiempo. La vía judicial que, desde lo político puede resultarle interesant­e al ministro, simultánea­mente puede resultarle demasiado costosa al país en términos económicos.

Si algo quedó claro es que el Gobierno no piensa cumplir con la sentencia de Griesa

Judicializ­ar implica postergar soluciones y, por tanto, agregar incertidum­bre a la toma de decisiones de todos los días. Esa incertidum­bre proyecta un escenario aún más complejo, en un contexto de conf licto finan- ciero externo, con el ministro enfrentado al presidente del Banco Central ( desde hace tiempo Kicillof quiere sacar a Juan Carlos Fábrega) y con un nivel de reservas que si bien no son escasas, tampoco f lorecen. El Gobierno no quiere hablar de default bajo el argumento de que ya pagó US$ 539 millones y con ese escudo proyecta una estrategia defensiva cuyos costos comenzarán a verse en las próximas semanas. El Gobierno dice que no cumplir una sentencia de pago de la Justicia de los EE.UU. no tiene costos. Y que los bonistas no cobren, no se llama default. Pero esas ideas pueden resultar mucho más costosas que pagar y cuanto más se demore una solución, más aún.

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