La felicidad en el vestuario, en la piscina y en el avión
“Bienvenidos a la final”, dijo Piatti en pleno vuelo. Ortigoza bromeó con el Viagra. Y hasta le cantaron a Bauza.
Bastó con que el silbato del ecuatoriano Carlos Vera sonara en el centro del Hernando Siles de La Paz para que, si bien la clasificación estaba virtualmente conseguida desde hacía rato, las gargantas azulgranas explotaran y le dieran paso casi inmediatamente a las lágrimas. Lágrimas de alegría y desahogo por saldar la primera cuenta pendiente de la historia de San Lorenzo en la Libertadores: jugar la final. Hay más emotividad que euforia. A medida que los miembros de la delegación van comprendiendo lo que lograron, el llanto enjuaga sus rostros. Al llegar a Buenos Aires, se percibe más la alegría. Lo resume la frase de Néstor Ortigoza ante la consulta de si tomaron o no Viagra para jugar en la altura: “No, si tomábamos eso, hubiésemos jugado todos al palo”...
En medio de la emoción tras lograr el pase a la última serie de la Copa, Matías Lammens estrecha a Juan Mercier en un abrazo que parece eterno. Ambos lloran en plena cancha, como casi todos. Y el presidente explica: “Pichi es el jugador que representa el momento que vive San Lorenzo.Cuando nadie quería venir y todos se iban a clubes más chicos porque ahí cobraban, fue el primero que vino. Y cuando lo visité en la clínica, cuando internaron a su hija, me dijo que se quedaba para ganar la Libertadores”. Luego, en el vestuario, los jugadores se sacan fotos y bromean con tubos de oxígeno.
Ahora son cerca de las 9 de la mañana del jueves, ya en Santa Cruz. Los jugadores que enfrentaron a Bolívar se relajan en la pileta; los que no, van al gimnasio. Al mediodía, ya vestidos de traje, comen y salen al aeropuerto. El vuelo de regreso, que Clarín comparte con el plantel, con dirigentes y también hinchas, es el vuelo de la felicidad.
Es en el aire, y por primera vez en la era Bauza, que se escucha a los fanáticos azulgranas entonar el “que de la mano / del Patón Bauza / todos la vuelta vamos a dar”. El técnico, de lentes, agradece con un gesto. Piatti toma el micrófono y anuncia por los altavoces: “This is Nacho, welcome to the final” (“Les habla Nacho, bienvenidos a la final”). Después, se va con Gentiletti a la cabina de los pilotos, con los que conversan un rato.
Los cantitos siguen, el hincha disfrazado de Papa Francisco saluda a los jugadores, la delegación llega, los jugadores pasan por el free shop. Se terminó el viaje con total satisfacción. La semana próxima intentarán lo mismo.