Barenboim, Argerich y la alegría de tocar juntos en Buenos Aires
Los dos grandes músicos argentinos darán varios conciertos en la ciudad Hace un año crearon una “Asociación de Admiración Mutua”. Ahora se reúnen por el placer de hacer música.
Con Martha Argerich las cosas siempre son un poco como una novela de suspenso, y el acceso a la conferencia de prensa anunciada en el Salón de Bustos del Colón se empezaba a demorar peligrosamente. En el Teatro se informó que no se daría acceso hasta que la pianista, que acababa de terminar un ensayo, no se sintiese en condiciones de realizar la conferencia. Al final se liberaron las escaleras y a los pocos minutos aparecieron ella y su amigo Daniel Barenboim. Incluso ella fue la primera en hablar. Poco, como es su costumbre, pero a ella le bastan dos o tres palabras y un mohín para transmitir su gracia única y su rechazo de cualquier formalismo. “Bueno, estoy muy contenta de estar aquí con Daniel y la Orquesta del Divan, que es algo tan interesante. Cuando Daniel me propuso esta gira enseguida le dije que sí. Bueno, estoy muy entusiasmada.”
A su turno, Barenboim: “No puedo agregar mucho, pero es una alegría muy especial estar con Martha en Buenos Aires. Para decirlo brutalmente, no hubiera sido necesario venir a Buenos Aires para tocar juntos. Podríamos haberlo hecho de nuevo en Berlín o en otro lado. Pero volver juntos a Buenos Aires no es sólo importante, sino que además nos llena de alegría”.
Imposible exagerar la importancia de esta reunión cumbre. Barenboim y Argerich son los más grandes músicos que ha dado la Argentina y al mismo tiempo, tal vez, las dos figuras más brillantes de la escena musical actual. Aunque ambos no podrían ser más distintos: él es un hombre de acción que se prodiga en los frentes y los repertorios más variados; ella es como un diamante algo reticente, cuyo repertorio, más que expandirse, se intensifica volviendo una y otra vez sobre sus viejas amistades musicales, porque así es como ella define a los autores que interpreta: amigos con los que se lleva bien o más o menos, y también amigos que pueden sentir celos uno de otro y que por eso no convendría reunir en un mismo programa.
Pero, además, este encuentro reviste un significado adicional para el público local, ya que significa el regreso de Argerich al escenario del Colón tras los fatídicos conf lictos gremiales y políticos que ensombrecieron el Festival Argerich en 2006. Comprensiblemente, nadie tuvo ganas de recordar ese incidente en la conferencia, que transcurrió en el más perfecto buen humor.
Una persona del público que acababa de comprar la biografía de Martha Argerich que escribió el francés Olivier Bellamy ( El Ateneo), quiso conocer algunos detalles sobre el libro. “Es muy complicado”, respondió Argerich. Bellamy es un amigo, y yo encontré un montón de errores en el libro. Errores de fechas y de hechos. Me había propuesto corregirlos, pero finalmente no lo hice. Entonces no estoy muy de acuerdo con el libro, pero eso cuando me lo dan para que lo firme, nunca lo firmo. Pero Bellamy sigue siendo mi amigo. Hay cosas que están mal, pero a lo mejor es un poco divertido y eso
está bien, es algo lindo, estoy de acuerdo. El (Bellamy) quería venir a esta gira, pero al final no pudo”.
Interrogado sobre la Orquesta DEWO, Barenboim, quien tampoco es precisamente un formalista, lamentó que se le volviera a preguntar acerca de algo sobre lo que había hablado más de 20 minutos en la conferencia de prensa del lunes, pero igual ofreció algunas consideraciones interesantes sobre el nacimiento y los primeros tiempos de la DEWO. “La leyenda dice que Edward Said y yo fundamos una orquesta con Israel y países de Oriente medio. Como toda leyenda, tiene una parte de cierto y otra parte de falso”. “Surgió como surge la música a veces – agregó Barenboim–, sin todavía estar definida la primera nota”. Dio una síntesis sobre los primeros años de la Orquesta. El 60 por ciento de los integrantes nunca había tocado en una orquesta y el 30 por ciento nunca había oído una orquesta en vivo. Y puntualizó el momento en que la orquesta cumplió la mayoría de edad: cuando tocó las
Variaciones op. 31 de Schoenberg en el Festival de Salzburgo de 2007 ( el público argentino pudo oír ese prodigio un año después en el Colón, en la temporada del Mozarteum).
Sobre la elección de los progra-
mas, Barenboim explicó que por una cuestión práctica decidieron volver a tocar lo que habían hecho el año pasado en Berlín, cuando crearon la “Asociación de Admiración Mutua”. A lo que ella agregó, con relación a la Sonata para dos pianos de Mozart que harán el martes: “Me interesaba mucho tocar Mozart con Daniel porque él es extraordinario y siento que aprendo mucho. Espero no meter la pata”. Y Baren
boim sobre La consagración de la primavera de Stravinski que harán a cuatro manos: “Dirijo La con
sagración desde los años ‘ 70 y no hay en un ensayo o en un concierto un músico que no se equivoque en un detalle rítmico. Pero con Martha no, es increíble. Jamás la oí fallar en una semicorchea”. A lo que ella lógicamente agregó con una dosis de suspenso: “Bueno, vamos a ver qué pasa aquí”.
Me interesaba mucho tocar Mozart con Daniel. Espero no meter la pata.” Martha Argerich Tocar con Martha es increíble. Jamás la oí fallar en una semicorchea.” Daniel Barenboim