Reacción después de una denuncia de Clarín
El último sábado se publicó que a diez años de la tragedia, ropa y otros objetos de las víctimas continúan allí.
Cualquiera podía entrar al lugar de la tragedia de hace 10 años.
Después de la publicación de una nota de Clarín, la Justicia ordenó una nueva clausura de Cromañón, el boliche donde se produjo la mayor tragedia no natural de la historia argentina, con 193 muertes, en diciembre de 2004.
El sábado pasado, este diario publicó un informe en el que se mostró que cualquiera podía acceder al interior del boliche y que, además, ese interior parecía detenido en el tiempo. Nada había cambiado desde aquella noche. La persiana de Bartolomé Mitre al 3066 estaba abierta y sólo un chapón fácilmente removible protegía el ingreso de intrusos. Y según denuncian muchos vecinos de Once, había gente que vivía allí dentro.
Según pudo saber Clarín, hace dos meses una sobreviviente de Cromañón pasó por el ex boliche y como vio que la puerta estaba entreabierta decidió ingresar. Esa decisión tuvo sus consecuencias: revivió el horror de esa noche y tuvo que retomar su tratamiento psicológico, por el trauma que le produjeron esas imágenes. Pero además, ese mismo día – 29 de septiembre– hizo la denuncia en la comisaría 7ma. (encargada de la custodia actual del boliche y también encargada del control en la noche de la tragedia) para que fueran a custodiar el lugar.
Desde entonces, pasaron casi dos meses y nada había cambiado, hasta la publicación de la nota y las fotos de Clarín. Adentro, Cromañón sigue como estaba entonces: cientos de zapatillas, ropa y otros objetos que pertenecieron a las víctimas. Incluso, la bandera de Callejeros detrás del escenario. Las paredes cubiertas del hollín que dejó el fuego de la mediasombra. Y en esas paredes, los rastros de miles de sobrevivientes y de las víctimas. Una panorama tan siniestro como desolador.
La publicación tuvo sus consecuencias: el martes –primer día hábil después de la nota– la Justicia ordenó clausurar el lugar, algo que en los hechos ya estaba definido. Cualquier tipo de autorización relacionada con el boliche debía pasar por el Tribunal Oral 24, encargado del juicio en primera instancia y también a cargo de la custodia actual. Al tomar conocimiento de la situación, los familiares de las víctimas se mostraron indignados y le pidieron a la Justicia que tomara una decisión.
Pasó todo el fin de semana largo y recién el martes las autoridades tomaron cartas en el asunto.
Pusieron nuevas fajas de clausura en el lugar y pusieron más custodia. Ahora hay dos policías en la puerta, uno de la Federal y otro de la Metropolitana. Y lo fundamental fue que bajaron una persiana metálica que impide el acceso y hasta la semana pasada estaba subida, tal como había quedado desde la noche del 30 de diciembre.
El edificio, que para la Justicia pertenece al empresario Rafael Levy a pesar de que estaba inscripto en un complejo sistema de sociedades anónimas, está abandonado a la espera de que se completen los juicios civiles por el caso. No quedan pericias por hacer, ya que el tribunal que confirmará las sentencias de los músicos de Callejeros no revisará las pruebas de la causa, sino que directamente juzgará las penas que se dictaron de acuerdo a esas pruebas.
Desde la Ciudad aseguraron que por ahora no hay proyectos para reconvertir el lugar. Pero es un tema muy sensible y cada movimiento genera polémica. De hecho, abrir la calle Mitre tomó siete años. Lo había ordenado Casación en abril de 2011 y terminó concretándose recién en febrero 2012, sólo después de que esa calle cerrada complicara el tránsito de las ambulancias para el operativo del accidente en la estación de trenes de Once. La obra de apertura de la calle se hizo manteniendo una especie de santuario, y en esa cuadra de Bartolomé Mitre al 3000 desvía la traza original de la calle.