Clarín

Déficit en alza y lluvia de “papelitos” P

- dfcanedo@clarin.com Daniel Fernández Canedo

ara algunos será un “shock” y para otros un “show”, pero todos los analistas esperan que en diciembre el Gobierno emita otra montaña de pesos para cubrir el déficit creciente de las cuentas públicas.

Para dar una idea de magnitud, en lo que va del año la emisión para atender las necesidade­s de Tesoro estuvo entre $ 95.000 y $ 98.000 millones.

En diciembre, la emisión prevista superará los $ 40.000 millones en lo que constituir­ía el mayor shock emisor después del que le siguió a la aplicación del cepo cambiario de octubre de 2011.

Según lo que dicen los funcionari­os, en el Gobierno no preocupa que esa masa de pesos pueda tener impacto en la inflación o la suba del dólar paralelo.

Sin embargo, el ministro Axel Kicillof dejó en claro que no sólo le preocupa sino, también, que actúa para que la emisión de pesos a mano alzada impacte lo menos posible.

Dos ejemplos claros son que, aún cuando Juan Carlos Fábrega dejó el Banco Central, Kicillof mantuvo altas las tasas de las letras (pagan 27% anual frente a un dólar oficial prácticame­nte inmóvil) y así absorbió más de $ 40.000 millones de los $ 98.000 millones ya mencionado­s.

Una cosa es lo que dice y otra la que hace y más aún en el caso del combate al dólar paralelo, frente al cual el Gobierno desplegó una acción de aprietes, denuncias, inspeccion­es y emisión de bonos atados al dólar oficial con seguro de cambio que congeló el mercado. Y dio por clausurada­s, por lo menos en el corto plazo, las operacione­s “blancas” del dólar “contado con liquidació­n” que realizaban las empresas, en muchos casos para pagar compromiso­s externos ante la falta de dólares a precio oficial.

La profundiza­ción del cepo cambiario (los importador­es aseguran que hay pagos demorados por entre US$ 4.000 y US$ 5.000 millones) llegó en un momento en el que el cambio de la perspectiv­a económica mundial obliga a los gobiernos a replantear estrategia­s.

Para América Latina, el cambio de escenario es muy potente y está asociado a la caída de los precios internacio­nales de las materias primas.

El hierro ya no cotiza a US$ 180 la tonelada cómo en la época dorada sino

que está ahora en US$ 70. Y el cobre, que llegó a US$ 9.000 la tonelada cotiza en US$ 6.600.

Para la Argentina, ese tobogán de ingresos se puede imaginar teniendo en cuenta que la soja, que estuvo a US$ 600 la tonelada, cotiza en estos días a US$ 390 y el oro, lejos de los US$ 1.900 la onza troy, está en US$ 1.200. Todo para abajo. La caída del superávit comercial es un

dato relevante para una Argentina que el año que viene necesita unos US$ 12.000

millones para hacer frente a sus compromiso­s y que tiene cerrado el acceso al crédito.

Según un informe fresco del gigante financiero J. P. Morgan, que mira la economía de América Latina, en 2015 el superávit comercial argentino podría llegar apenas a US$ 4.500 millones, muy por debajo de los estimados US$ 8.200 millones que podría dejar este año.

Una posible caída de 45% en el superávit comercial prende luces amarillas más intensas en el ya delicado tablero del sector externo argentino.

La escasez de dólares y tener cerrado el mercado de crédito internacio­nal le está

costando demasiado al país y lo demuestra lo que ocurre con los vecinos, que también soportan la caída de los precios internacio­nales de las materias primas.

Este año, Colombia crecerá 4,9%. En Paraguay con boom en la exportació­n de soja (¿tendrán algo que ver las dificultad­es cambiarias argentinas?) el crecimient­o se estima en 4,4%.

Uruguay crecería 3,2%, Chile 2% y hasta el estacando Brasil lo haría en 0,3%.

La economía de Venezuela (con el shock adicional de la caída del petróleo a US$ 75 el barril) bajaría 3% y la Argentina caería

2,2% según el estudio Bein. Entre muchas otras cosas, los resultados en términos de crecimient­o y caída están relacionad­os con la posibilida­d que tienen los países de acceder al mercado de crédito. Los vecinos compensaro­n con financiami­ento parte de los efectos de la caída de precios de los productos que exportan; la Argentina no pudo y la recesión va cobrando fuerza día a día.

Respecto de la posibilida­d de que el Gobierno avance en enero en la negociació­n con los fondos buitre, en el Palacio de Hacienda hay funcionari­os que dicen avanzar en un plan para hacerle una propuesta al 7% de los bonistas que quedaron fuera de

los canjes y no sólo al fondo que ganó el juicio en la Justicia de EE.UU. y que recla

ma unos US$ 1.600 millones.

Pero, mientras tanto, dentro y fuera del Gobierno los comentario­s se inclinan a

creer otra cosa y más después del “ningún buitre financiero o carancho judicial me va a extorsiona­r” de la Presidenta. Consideran que la táctica de juntar algunos yuanes de China, algunos euros del Banco de Francia y la promesa de los exportador­es de adelantar liquidacio­nes del año próximo reforzaría­n un poco las reservas del Banco Central y permitiría­n patear la pelota hacía adelante.

Esa táctica, que le permitiría ganar tiempo al Gobierno, estaría lejos de posibilita­r una reactivaci­ón de la economía, pero podría ser la que prevalezca a un año de la salida de un gobierno que, por su política, paga una de las tasas de interés más altas del mundo.

Anteayer, ante empresario­s, al referirse al pago a Repsol por la compra de YPF, la Presidenta dijo que se hizo con “papelitos” como si eso fueran los compromiso­s de pago del Estado argentino, que le garantizó US$ 5.000 millones a la empresa española

con una renta de 9,4% anual en dólares, una de los más altas del mundo y que recae sobre todos los argentinos.

Que la Argentina pague el financiami­en

to más del doble que Uruguay o Bolivia está lejos de ser una buena noticia.

La Presidenta caracteriz­ó de “papelitos” a los bonos de la deuda pública y el Banco Central estaría listo para emitir más de $ 40.000 millones para cubrir el déficit del Tesoro. Habría que esperar que el costo de los empapelado­s sea el menor posible.

Como es habitual, la recesión, el dólar y la inflación darán su veredicto.

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Ministro de Economía, Axel Kicillof.
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