Millonario plan de estímulo para Europa
La UE, y sobre todo la Eurozona, están al borde de su tercera recesión en seis años. En los dos últimos trimestres, la economía creció unos raquíticos 0,1% y 0,2%, el desempleo se estancó en el 11,5% y la zona de la moneda común bordea una peligrosa deflación. Para dar un impulso, la Comisión Europea presentó ayer un plan de inversiones a tres años por 315.000 millones de euros.
El plan se basa en invertir en infraestructuras energéticas, de transportes o digitales. Bruselas promete que generará un impacto económico equivalente al 3% del PBI de la UE y creará un mínimo de 1,3 millones de empleos. Un comité de “expertos” elegirá los proyectos a financiar.
El problema es que esos 315.000 millones de euros no existen y el plan una estructura de ingeniería financiera. En realidad hay 16.000 millones de euros sacados en su mayoría de otras partidas del presupuesto europeo, a los que se unen 5.000 millones en garantías del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Eso suma 21.000 millones.
A partir de ahí entra en juego la buena voluntad del sector privado. Bruselas estima que por cada euro de dinero público que ponga para esas inversiones aparecerán 15 euros de origen privado que llevarán esos 21.000 millones reales, que se usarán como garantía y para emitir deuda en los mercados, hasta los 315.000 prometidos.
Un gran problema de la economía europea es la falta de inversión. Mientras en Estados Unidos la inversión empresarial creció un 7,1% en el tercer trimestre, en la Eurozona cayó un 0,3%. Desde 2007 ha caído un 15% (unos 430.000 millones de euros) y en algunos países la baja supera el 50%.
Menos inversión significa menos empleo y menos ingresos fiscales, que lleva a menos gasto, peores perspectivas económicas y de nuevo menos inversiones. Una trampa que mantiene parada la economía. En 2009, la Comisión Europea anunció una inversión adicional de 15.000 millones de euros en dos años a través del BEI. En realidad, en 2010 y 2011 la inversión del BEI cayó en 18.000 millones.