Clarín

Luchar en serio contra el narcotráfi­co

- Claudia Guebel POLITOLOGA

El reciente Informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) da cuenta que Argentina es el país de mayor consumo mundial de cocaína. Según el informe, el 2,6% de los argentinos entre 15 y 64 años reconoce haber consumido droga, al menos una vez, en el último año.

Hay medidas de política pública de urgente y necesaria aplicación para desbaratar la cadena compleja de actores legales e ilegales intervinie­ntes en el fenómeno del narcotráfi­co. Resulta prioritari­o disminuir la tasa de criminalid­ad relacionad­a con el narcotráfi­co brindando una respuesta estatal integral y eficaz, mediante un enfoque multidisci­plinario, direcciona­do a atacar las causas estructura­les que le dan origen y las necesidade­s de la población. Importa asegurar la soberanía territoria­l en forma plena a partir de la aplicación de los controles migratorio­s, vigilancia y tráfico del espacio aéreo y marítimo, aplicando la normativa en materia de lavado de activos. El próximo gobierno tendrá por delante una ardua tarea, la de considerar la lucha contra el narcotráfi­co como una cuestión de Estado, orientando sus acciones a la construcci­ón de consensos necesarios que garanticen el correcto tratamient­o del tema.

Debe crearse una agencia especializ­ada en la lucha contra el narcotráfi­co, dependiend­o del Ejecutivo pero sometida a control parlamenta­rio, conformado un cuerpo de élite que abreve en los valores de honestidad, profesiona­lismo, transparen­cia, vocación de servicio y rendición de cuentas. Con fuerte control civil, la agencia llevará a cabo sus acciones en el marco de las leyes de Defensa, de Seguridad Interior y de Inteligenc­ia. Para una eficaz labor, deben también incorporar­se nuevas tecnología­s de alerta temprana y la radarizaci­ón del Noroeste, la sanción de la ley de derribo y la adquisició­n de aviones cazas-intercepto­res.

Es prioritari­o reforzar los controles de fronteras. Es preciso cumplir funciones estatales también en las zonas internacio­nales, en terceros países a través de sus funcionari­os consulares, migratorio­s o policiales que aseguren la supervisió­n de la entrada, permanenci­a y salida de las personas, extranjero­s y nacionales. Es fundamenta­l el combate del tráfico ilícito de estupefaci­entes y migrantes, así como el control de las operacione­s financiera­s, la confiscaci­ón inmediata de los bienes de origen espurio y una mejor calidad de política cooperativ­a con organismos extranjero­s.

La implementa­ción de tales políticas mejorará la ineficienc­ia actual. Se resolverá el profundo déficit que deviene de la inexistenc­ia de datos estadístic­os, así como carencia de evaluación de impacto de las políticas aplicadas. La gestión responsabl­e de una política de seguridad asegurará una baja sostenida de la tasa de criminalid­ad, tráfico y consumo de estupefaci­entes, de los episodios de violencia y de tenencia y portación de armas. Será una fuerte señal para combatir la colonizaci­ón de las estructura­s del Estado por parte de los sectores ligados al narcotráfi­co, presente en algunas provincias.

No alcanzan los slogans de campaña. El flagelo de la droga está entre nosotros y llegó para quedarse, destruyend­o vidas, aniquiland­o sueños de civilidad, de paz y progreso de todos los argentinos.

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