La Iglesia pidió “políticas serias” en la lucha contra la drogadicción
En la entrada de la emblemática parroquia Cristo Obrero, junto a la tumba del padre Carlos Mugica, en la villa 31 de Retiro –jaqueada como otros asentamientos por el paco–, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, pidió ayer “políticas serias” contra la drogadicción e “instituciones fuertes en la sociedad” para asistir a los adictos. Fue durante un encuentro de las principales autoridades católicas que se ocupan de la problemática de las adicciones y numerosos curas villeros para exhortar a la Iglesia argentina en todos los niveles y a todas las personas de buena voluntad a un mayor compromiso en la lucha contra el flagelo.
Con una gigantografía del rostro de Mugica como telón de fondo y ante vecinos de la villa que lo escuchaban con gran atención, Poli llamó a “abrazar” al que sufre por una adicción y advirtió que ningún sector puede desentenderse de esta problemática y decir “este no es mi problema”. El cardenal estaba acompañado por el presidente de la Pastoral Social del Episcopado, monseñor Jorge Lozano, de cuya comisión depende el área de drogodependencia de la Iglesia, y su responsable, el padre Pepe Di Paola, quien leyó una declaración.
“Convocamos a todos los cristianos de la Argentina, en el lugar donde estén, con la ocupación que tengan, a ponerse de pie y formar parte de esta gran campaña de cuidado”, dice el texto. Y agrega: “Hacemos extensiva la convocatoria a todas aquellas personas que tienen pasión por el bien. Cuidar antes es prevenir, cuidar después es acompañar en el sufrimiento y tender una mano para superarlo”. Si bien se admite que la Iglesia acompaña a los adictos, se señala que “las dimensiones del problema son mucho mayores, es un asunto de gran complejidad” que exige más respuestas.
Tras mencionarse una serie de carencias sociales y afectivas, se afirma que “resulta evidente entonces que la solución de los problemas que vemos relacionados al consumo de drogas no va a estar solamente en acciones específicas (comunidades terapéuticas, casas de tratamiento, grupos de autoayuda, etc.). Podemos hacer miles de centros de recuperación con los mejores profesionales, pero si el resto de la sociedad no se compromete, si no acompañamos a resolver todos los problemas que llevaron al consumo o que se siguieron del mismo, el trabajo habrá sido en muchos casos insuficiente”.