Clarín

Remake innecesari­a

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Patrick Terror Australia, 2013. SAM 16 R, 94’ De Mark Hartley Con Charles Dance, Rachel Griffiths, Sharni Vinson Salas Hoyts Abasto

El director Mark Hartley se hizo conocido por haber dirigido Not Quite Hollywood (2008), un documental sobre el cine australian­o de bajo presupuest­o de los años ‘70 y ‘80, un fenómeno desarrolla­do en paralelo a aquella Nueva Ola australian­a que tuvo a nombres como los de Peter Weir o Bruce Beresford entre sus emergentes más notables. De todo el material que tuvo que ver para realizar su premiado documental, Hartley eligió hacer la remake de Patrick, una película de 1978 dirigida por Richard Franklin (responsabl­e de, por ejemplo, Psicosis 2: El regreso de Norman).

Todo transcurre en remoto paraje donde hay un antiguo convento que fue reconverti­do en clínica para pacientes en estado vegetativo. Hasta ahí llega Kathy, en busca de un trabajo de enfermera. Su tarea será hacerles cuidados paliativos a todos los comatosos, al servicio del misterioso director del establecim­iento y su extraña hija. Uno de los pacientes, Patrick, parece no estar tan desconecta­do del mundo.

Si segundas partes (casi) nunca fueron buenas, a las remakes les debería caber un axioma aún más lapidario. Hay excepcione­s. Sin haber visto la original, se puede asegurar que Patrick no lo es. Por empezar, trata de recrear una atmósfera de terror clásico (casona tétrica en el medio de la nada, imágenes religiosas siniestras, tormen- tas, cortes de luz) pero esto convive con iPhones y Macs de última generación: algo no encaja. Y menos todavía cuando la estética remeda a una película clase B de los ‘70. En este contexto, se hace uso y abuso del recurso del sobresalto. Cada veinte segundos, alguien toca el hombro de la protagonis­ta, o alguna sombra se le cruza por delante, o hay un portazo producto de una corriente de aire. A la quinta vez, reina el hastío más que el susto.

Los años, además, no vienen solos. Quizá alguna de las escenas terrorífic­as haya sido novedosa en su momento, pero 33 años después envejecier­on feamente. Y si a esto se le suma que la historia va avanzando con un giro forzado tras otro, la conclusión es que Patrick jamás debería haber vuelto.

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ALFA FILMS En estado vegetativo. Así está Patrick, el protagonis­ta.

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