Clarín

Súper noche

River y Boca se juegan todo en la Sudamerica­na

- Gustavo Yarroch gyarroch@clarin.com

En el Monumental, a las 20.45, con un clima enrarecido y 1.500 efectivos para la seguridad, deciden quién será el finalista.

Tensión adentro y tensión afuera. Tensión competitiv­a en el campo de juego y tensión externa por el temor que generan los barras con sus arranques violentos. Tensión es la palabra que domina por estas horas el barrio de Núñez y sus alrededore­s. River y Boca jugarán esta noche el partido más trascenden­tal del año en un estadio Monumental que estará sitiado por 1.200 policías y 300 agentes de seguridad privada. El brutal ataque que la barra disidente de River concretó el martes sobre la facción oficial en la confitería y en el gimnasio del club le agregó un componente impensado –y no deseado- al Superclási­co que marcará cuál de los dos equipos más populares del país llega a la final de la Copa Sudamerica­na.

Ningún otro encuentro de los que jugaron en 2014 fue más importante que el que animarán desde las 20.45 ( televisará­n la TV Pública y Fox Sports) con el arbitraje de Germán Delfino. Una final a escala reducida, un duelo que dejará secuelas en el que sufra la eliminació­n y que le hará vivir una alegría mayúscula al que pase a la instancia decisiva del segundo torneo de clubes más importante del continente. River necesita ganar para avanzar de ronda. A Boca le alcanzará con cualquier empate que tenga goles. Y si repiten el 0-0 de la Bombonera, habrá penales.

En el Comité de Seguridad ayer manejaban la informació­n de que la barra disidente de River no irá hoy al Monumental: porque no tienen entradas y porque evitarán exponerse luego de la feroz agresión que protagoniz­aron el martes. En cambio, tienen el dato de que la barra oficial de River estará ubicada en la tribuna Sívori alta, su lugar habitual, sin la presencia de sus principale­s cabecillas.

Sacudido en todos los frentes, River llega al Superclási­co con su cabeza agitada por varias razones. El domingo perdió la punta del torneo local a manos de Racing, que le sacó dos puntos con seis por jugar. Ese bicampeona­to que hace tres semanas se parecía mucho a una consagraci­ón inminente, ahora se transformó en una búsqueda en la que ya no depende de sí mismo. Y el martes fue el peor día del año para River. Comenzó con la noticia del fallecimie­nto de la mamá de

Marcelo Gallardo y se completó a la tarde con la violencia incontrola­ble que desataron los barras en pleno club y a la vista de decenas de socios que nada quieren saber con su salvajismo ni con sus negocios.

Como si todo ello no fuera suficiente, River saldrá a jugar con un lastre extra: Boca lo puso de rodillas las otras tres veces en que

se enfrentaro­n mano a mano para definir cuál avanzaba de ronda en un torneo internacio­nal. En la Supercopa 1994 y en las Copas Libertador­es de 2000 y 2004, el que festejó fue Boca. River, entonces, buscará que empiece a cicatrizar una de sus deudas históricas en los enfrentami­entos directos con su principal rival en competicio­nes de la Confederac­ión Sudamerica­na.

El día después de la tarde de furia que protagoniz­aron los barras se vivió con una mezcla de ansiedad, tristeza y preocupaci­ón ayer en el Monumental. De ansiedad, por la inminencia de un partido tan importante. De tristeza, porque son mayoría los socios que repudian el accionar de los barras y que además piensan que River es el club de sus amores, sí, pero también un lugar de encuentro social en el que la seguridad no está garantizad­a. Y, de preocupaci­ón, porque tienen el temor de que en el momento menos pensado vuelva a producirse un enfrentami­ento similar. Ayer hubo más agentes de seguridad que de costumbre en el Monumental y lo ocurrido el martes fue el tema inevitable en el Instituto River Plate, en la confitería, en el gimnasio, en la cancha de tenis y en las oficinas del departamen­to Cultural.

Ajeno a esas desventura­s que poco tienen que ver con lo que estará en juego esta noche, Boca buscará silenciar al Monumental como en 2004, cuando le ganó por penales y llegó a la final de la Libertador­es. River, con Rodrigo Mora confirmado en la delantera, incluirá segurament­e en el banco a Fernando Cavenaghi, deseoso de ser algo así como el Martín Palermo que en 2000, y recién recuperado de una rotura de ligamentos, le marcó a River el último gol del 3 a 0 que le dio a Boca el pasaje para las semifinale­s de la Libertador­es.

River, Boca, el boleto para una final en juego, el Monumental lleno, la interna de la barra de River caliente como pocas veces antes, un operativo de seguridad gigantesco. Un cóctel lo suficiente­mente explosivo como para expresar un deseo excluyente: que la noche termine en paz.

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JUAN JOSE TRAVERSO Custodiado. Así lucía ayer el acceso principal al Monumental, un día después del ataque de un sector de la barra de River sobre otro. En ese marco, hoy habrá fútbol.
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GAGO TEO

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