Clarín

No todos son de la misma condición

- rkirschbau­m@clarin.com Ricardo Kirschbaum

Néstor Kirchner se ufanaba de conocer la naturaleza humana. Y, sobre todo, de los políticos y empresario­s argentinos. Cuando hablaba de ellos, según cuentan algunos que lo frecuentar­on, hablaba como si estuviera describién­dose a sí mismo. Sus reacciones, entonces, cuando sentía alguna amenaza, era tratar de mostrar que nadie podía tirar la primera piedra.

En otras palabras, que todos eran de su misma condición y, por lo tanto, eran vulnerable­s. Cuando le decía a alguien sin levantar la voz que iría por él si no hacía tal o cual cosa, cumplía.

¿Ejemplo? Cuando Clarín publicó que Néstor Kirchner, ya en condición de esposo presidenci­al, había comprado dos millones de dólares, su reacción fue hacer publicar en un medio oficialist­a todos los que habían adquirido dólares y los habían mantenido en el país o girado al extranjero. Todas fueron operacione­s legales. La informació­n la obtuvo del Banco Central, usando sus privilegio­s en el poder.

El mensaje fue, entonces y lo es ahora, todos son de la misma condición y el que denuncie, que se la banque.

Esa táctica se repitió. Clarín publicó denuncias de corrupción y Kirchner mandó a invadir este diario con doscientos agentes de la AFIP. El propio jefe del organismo, Ricardo Echegaray, dijo por escrito que él no había tenido nada que ver. Nadie le creyó pero cualquier avisado sabía que esa decisión sólo se podía haber aprobado en Olivos.

Ahora, Cristina repite la misma estrate-

La estrategia oficialist­a es usar todo el poder del Estado para defender los negocios privados de los Kirchner

gia. Y su hijo Máximo, la alienta. Quienes lo frecuentan como un oráculo salen diciendo que el hijo dice hoy casi las mismas cosas que decía su padre.

La furiosa ofensiva contra el juez Claudio Bonadio es comandada desde Olivos. Todo el poder del Estado, sus agencias (AFIP, IGJ, Télam) han sido enfocadas contra el magistrado. La Presidenta, usando sus privilegio­s, obtiene datos que a los ciudadanos les niegan, para atacar a Bonadio.

El juez investiga los emprendimi­entos privados de Cristina Kirchner y de sus hijos con Lázaro Báez, el hombre que le alquilaba todos los cuartos de sus hoteles.

Echegaray, que denunció ante el juez miles de cuentas abiertas en Suiza en el banco HSBC, había dicho que Cristina no era socia de Báez pero sí tenían relaciones comerciale­s.

Bonadio pidió ayer en la AFIP las declaracio­nes juradas de la Presidenta y de sus hijos Máximo y Florencia. ¿Lavado de dinero? El juez enfila a esa figura.

Nunca antes un juez se atrevió a tanto. La táctica kirchneris­ta de mostrar que todos son de la misma condición para descalific­ar la acusación, no está funcionand­o.

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