Un banco que empujó la salida del default
Cuando a fines de julio el ministro de Economía, Axel Kicillof, salió de una reunión con Daniel Pollack, el negociador nombrado por el juez Thomas Griesa, los bancos aún creían en una solución para evitar la cesación de pagos. Y la llave consistía en un acuerdo que cuatro bancos con activos en la Argentina empujaron hasta último minuto. Las negociaciones entre NML y Aurelius Capital fueron con Citibank, Deutsche Bank, JP Morgan y HSBC. ¿El objetivo? Alcanzar un acuerdo que pusiera fin a la larga disputa por la deuda entre la Argentina y los holdouts.
El gobierno argentino no pagó a los buitres la sentencia que dictó el juez Griesa porque argumentó que podía generar nuevos juicios contra el país y elevar la deuda en US$ 120.000 millones. Entonces insistió en ofrecer lo mismo que había ofrecido en los canjes de 2005 y 2010. Pero los fondos buitre rechazaron la oferta. Las negociaciones con Pollack fracasaron y la retórica entre el Gobierno, Griesa, los buitres e, incluso EE.UU., recrudeció.
En ese complejo entorno, los bancos acercaron una “solución privada” que allanara el camino. Por un lado aparecieron las entidades argentinas agrupadas en la Asociación de Bancos de la Argentina (Adeba). Por otro, la oferta de los cuatro bancos internacionales. Todos decían estar preparados para financiar una parte de la operación.
Los intentos de solución privada duraron un mes, durante agosto. Pero se cayeron cuando los fondos buitre descartaron los mismos ya que no ofrecían las garantías suficientes para recomprar los bonos a futuro. “No hay una perspectiva realista de una solución privada”, sentenció Aurelius. “Ninguna propuesta que recibimos fue remotamente aceptable”, agregó.