Bajan las expectativas de los inversores de cara a Vaca Muerta
La caída en el precio del petróleo ayudará a las cuentas locales en el corto plazo, pero es un desaliento para los proyectos de mediano y largo recupero de la inversión, como el yacimiento no convencional de Vaca Muerta. La Argentina importa más de US$ 10.000 millones anuales en combustibles (hasta octubre, fueron US$ 9.634 millones según el Indec) y exporta menos de la mitad (US$ 4.124 millones). Eso significa que tiene un “rojo” de US$ 5.500 millones. La caída en los valores internacionales logrará que esa balanza comercial negativa no se agrave. La contraparte de este beneficio para las cuentas fiscales es el deterioro de las expectativas de los inversores de cara a Vaca Muerta, el yacimiento de petróleo y gas no convencional con un inmenso potencial, según la agencia de energía de los Estados Unidos. La exploración y perforación del yacimiento requiere miles de millones de dólares. YPF logró atraer a Chevron y Petronas (firmará hacia fin de año). En la asociación con los es- tadounidenses de Chevron, la petrolera nacional había supuesto que el barril se ubicaría a US$ 84 para el segundo año del convenio (que sería el actual). Es un 16% por arriba de la cotización actual. Para el año tres (el próximo), esperaban un barril a US$ 91,10. Para el cuarto, lo calculaban en US$ 97,50. Desde el quinto año hasta el final del contrato (35 años), el petróleo tendría que estar a US$ 102,60. Siempre en una trayectoria ascendente, sin posibilidades de un debilitamiento como el actual. El director financiero de YPF, Daniel González, les dijo a inversores que la caída “no tiene ningún impacto” en los planes de la empresa. Sin embargo, en la torre de YPF en Puerto Madero hay preocupación por este tema, más de la que quieren admitir en público. Las políticas energéticas de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner lograron que el país perdiera el autoabastecimiento energético. Se pasó de una posición exportadora a una importadora. El rojo en combustibles (US$ 3.000 millones en 2011) es uno de los causantes del cepo cambiario.