Clarín

Lecciones de Sáenz Peña para Cristina

- Rosendo Fraga DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS PARA LA NUEVA MAYORIA

Quien ejerce el poder y debe dejarlo, pasa a tener como objetivo central controlar su sucesión. Es decir, lograr que quien lo suceda sea alguien que le responda y que, en lo posible, le permita retornar al poder en el futuro.

En Argentina ha sido una tendencia sistemátic­a en la Generación del Ochenta; también sucedió con radicales y peronistas; e incluso los gobiernos militares siempre apostaron a algunas de las alternativ­as civiles que competían para sucederlo. No es un proceso fácil. Roca tuvo dificultad­es con sus sucesores, Yrigoyen con Alvear y Perón con Cámpora, quien en realidad lo antecedió. Hay pocas excepcione­s a esta intención de controlar la sucesión. En la Argentina quizás la única haya sido la de Roque Sáenz Peña, de quien se cumplió el Centenario de su muerte este año.

En una magistral biografía sobre él, que publicó este año María Sáenz Quesada, se explica con sólidos fundamento­s y abundante documentac­ión cómo, al llevar adelante el proceso para llevar a la Argentina a la democracia plena a través de su ley del voto universal, secreto y obligatori­o, se planteó también como premisa no usar el poder para intentar imponer un sucesor. Las fuerzas conservado­ras que detentaban el poder entonces, clamaban por una señal presidenci­al -el Presidente tenía la costumbre de ser el “gran elector”- que las unificara detrás de un solo candidato. Esa señal no llegó nunca y Victorino de la Plaza –el Vicepresid­ente que lo sucedió- mantuvo con notable lealtad tanto la voluntad de Sáenz Peña en pos de la participac­ión popular, como también la neutralida­d de la Casa Rosada en el proceso electoral.

Como surge de esta biografía de Sáenz Peña, su convicción era que, para la existencia de una verdadera democracia, el voto popular debía ir acompañado de la neutralida­d del poder en el proceso electoral. En este sentido, no se encuentra en nuestra historia otra figura como él. Quedó así en la historia como una personalid­ad un tanto aislada. Es que para los conservado­res fue la figura que precipitó su salida del poder; para los radicales nunca dejó de ser un miembro del antiguo régimen que los había excluido; y para el peronismo Sáenz Peña era un integrante más de la “oligarquía”. Hoy, la Presidenta también parece actuar para controlar su sucesión, aunque la estrategia no esté del todo clara. Es probable que induzca una competenci­a entre más de un candidato oficialist­a en las PASO. Es que ello le permitiría prolongar la indefinici­ón de la sucesión hasta agosto, es decir casi hasta la elección. Pero también el control de la sucesión puede ser inducir el triunfo de un opositor. Tal fue el caso reciente de Menem, quien prefería que lo sucediera De la Rúa antes que su propio candidato -que era Duhalde-, porque así podía tener más posibilida­des de retornar en 2003. Hoy hay quienes conjeturan que la Casa Rosada ve más posibilida­des de que exista Cristina 2019 si el próximo ganador es alguien como Macri, que si es alguien del Peronismo. Lo llaman el “modelo Bachelet”, asignando al Jefe de Gobierno porteño un rol similar al de Piñera entre los dos periodos de la actual Presidente chilena. A medida que avance 2015 el tema de la sucesión irá dominando cada vez más el escenario político-electoral y determinan­do las acciones de la Presidenta.

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