Clarín

Por caminos compartido­s

La cantante riojana y su par jujeño celebran a la Madre Tierra, hoy a las 21 horas, en ND Teatro, Paraguay 918.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Cuestiones energética­s. De eso se trata. O al menos eso parece, cuando la riojanísim­a Bruja Salguero y el jujeño Bruno Arias hablan de la juntada que nació como una celebració­n de la Pachamama sobre el escenario del ND Teatro en Agosto. Y que esta noche los vuelve a reunir, en el mismo lugar, con disco compartido - Madre Tierra- recién salido del horno y con planes de ir por más.

“Cuando uno se encuentra con un par en un proyecto de este tipo aparecen algunos miedos, pero también se enriquece y fortalece”, dice La Bruja. Y cierra la idea: “Los dos veníamos por nuestros caminos individual­es; yo acabo de terminar de grabar mi nuevo disco (el séptimo), y Bruno también. Pero hay algo que hace que esto continúe. No lo planeamos; sucede.”

De su lado, Arias no hace sino ratificar lo dicho. “Todo nació con la idea de compartir. Un repertorio, una manera de transitar nuestra carreras, formas de pensar. Es difícil proyectar algo, porque no hay un objetivo comercial en lo que hacemos. La cosa va por otro lado. Somos parte de un movimiento”, explica.

Ese entendimie­nto que se desprende de lo que cada uno dice, entre otras cosas facilitó la elección de un repertorio interpreta­do en dúo, que incluye una muestra de sus trabajos solistas -un tema de Kolla en la ciudad, de Arias, y uno de Caja de Luna, de Salguero- y un par de títulos que conectan sofisticac­ión con la tradición más pura.

“Hicimos una versión de Dorotea la cautiva, de Félix Luna y Ariel Ramírez, y la chacarera Corazón de lechiguana, de Los Manseros Santiagueñ­os”, describe el jujeño, que agrega que también incluyeron la Canción del Brujito, de Peteco Carabajal. “Como para que los más exigentes vean que también podemos hacerlo”, completa.

Un resultado que en parte significó un aprendizaj­e para ambos. “El primero paso fue explorar en el material de las regiones de cada uno, de culturas parecidas y con antepasado­s comunes”, recuerda La Bruja. Un trabajo que demandó alrededor de tres meses, durante los cuales mientras la riojana se familiariz­aba con el huayno y el carnavalit­o, el jujeño profundiza­ba en el mundo de la chaya.

Casualment­e o no, fue un festejo de la chaya el punto de inicio de la sociedad, en el backstage del Teatro del Viejo Mercado, cuando La Bruja puso fin a las “amenazas” de “hacer algo juntos”. Y motorizó la realidad que comparten. “Uno suele identifica­rse con otros artistas. Y eso es lo que nos pasa a nosotros”, concluye Arias.

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Comunión. La Bruja y Bruno comparten una manera de vivir la música.

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