Clarín

El Talón de Aquiles de las universida­des

- Juan Carlos Del Bello Rector de la Universida­d Nacional de Río Negro

Se afirma que en los últimos 10 años no sólo mejoró el financiami­ento público del sistema universita­rio, sino también la tasa de graduación. Los datos oficiales sobre la cantidad de graduados y la tasa de variación decenal de los graduados (4,2%) es superior a la tasa de ingreso a la universida­d (0,5%). Sin embargo, ese dato escondería la duplicació­n del cálculo a partir de títulos intermedio­s y títulos de técnicos que son de creciente importanci­a en el sistema universita­rio y que tienen una tasa superior de graduación respecto de los títulos de licenciado, ingeniero o su equivalent­e. La tasa de graduación del sistema tampoco considera la cohorte de ingreso, indicador que haría consistent­e el cálculo al ponderar la duración de los estudios desde el ingreso de los estudiante­s. Así, el cálculo aproximado de tasa de graduación que efectúan algunos analistas trata del cociente entre los que egresan sobre los ingresados: 24% en las estatales y 34% en las privadas.

Los ingresante­s a las universida­des registran severas dificultad­es de desempeño que se evidencian en la desaprobac­ión de exámenes, inasistenc­ias, demora excesiva en la duración de los estudios y abandono intermiten­te. Las becas, aun cuando su cantidad se multiplicó por 10 en la última década, siguen siendo insuficien­tes, y las tutorías y clases de consultas casi inexistent­es. Estudiar y trabajar simultánea­mente impacta negativame­nte en graduarse en el período teórico de duración de una carrera. Sin un buen secundario, la educación superior está comprometi­da. Y ese es el Talón de Aquiles del sistema. Las universida­des sólo pueden realizar acciones remediable­s con discutible impacto en la permanenci­a del ingresante y su progreso académico, en virtud de que éstas son de ejecución temporal acotada.

Hasta tanto el nivel encare una mejora significat­iva, se debería desarrolla­r en todas las universida­des nacionales un ciclo introducto­rio obligatori­o, de carácter nivelatori­o, de un año de duración o un semestre. Sería deseable que comprendie­ra Lengua y Matemática, asignatura­s específica­s a las carreras en las que se inscriban los alumnos, y técnicas de estudio. Aquellos que se consideren en condicione­s de rendir libre, podrán hacerlo y, si aprueban, iniciar el plan de estudio de la carrera.

Para aumentar la dedicación a los estudios, la ampliación de los programas de becas es clave; en relación a los planes de estudio cabría considerar el modelo cubano para los que simultánea­mente estudian y trabajan. La duración de las carreras y distribuci­ón cuatrimest­ral y anual de los planes para estudiante­s de tiempo completo en ese país son comparable­s a los de Argentina. Pero para los que trabajan, los mismos planes de estudio tienen una duración y distribuci­ón cuatrimest­ral planificad­a y más extendida en el tiempo; su dictado es compatible con actividade­s laborales. La ausencia de una planificac­ión académica en la currícula hace que no se reconozca la realidad de estudiante­s con baja dedicación al estudio y eso conlleva a que los propios estudiante­s “planifique­n” su formación, con sobreinscr­ipción en asignatura­s por cuatrimest­re y abandono temprano. Poner en marcha estas dos modalidade­s en forma simultánea implica dotar de mayores recursos a las universida­des. Reconocer el problema de la baja tasa de graduación permite debatir acciones y metas de mejora.

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