Un país agredido en el corazón de su laicidad
La masacre marca la irrupción, en el seno de la sociedad francesa, de la guerra de Oriente Medio, donde las naciones occidentales han jugado a ser aprendices de brujo. La fórmula de François Hollande es correcta: “Francia ha sido agredida en su corazón”. Ha sido agredida en el corazón de su laicidad y de su idea de libertad con el atentado contra el semanario arquetípico de la falta de respeto, de la burla hacia lo sagrado en todas sus formas, especialmente las religiosas. Ahora bien, la falta de respeto de Charlie Hebdo se ubica en el nivel de la risa y el humor, lo que da un carácter monstruosamente estúpido al atentado. Nuestra emoción no debe paralizar nuestra razón, así como nuestra razón no debe atenuar nuestra emoción.
Había habido problemas en el momento de la publicación de las caricaturas. ¿Hay que dejar que la libertad ofenda la fe de los creyentes en el islam degradando la imagen de su profeta o la libertad de expresión prima sobre toda otra consideración? Manifesté entonces mi sensación de una contradicción insuperable, tanto más cuanto que soy de los que se oponen a la profanación de los sitios y los objetos sagrados. Pero esto, desde luego, no atenúa en nada mi horror y mi asco ante el atentado contra Charlie Hebdo.
Dicho esto, mi horror y mi asco no pueden impedirme contextualizar el despreciable atentado. Este significa la irrupción, en el corazón de Francia, de la guerra de Oriente Medio, guerra civil y guerra internacional en la que Francia intervino tras los pasos de EE.UU. El ascenso del ISIS es una consecuencia de las radicalizaciones y el deterioro de la guerra en Irak y Siria, pero las intervenciones militares estadounidenses en Irak y Afganistán contribuyeron a la descomposi- ción de países étnica y religiosamente heterogéneos como Siria e Irak. EE.UU. fue aprendiz de brujo y la coalición heteróclita y sin verdadera fuerza que conduce está también condenada al fracaso porque no agrupa a todos los países interesados, porque se fija como objetivo de paz la imposible restauración de la unidad de Irak y Siria, cuando la única salida pacífica verdadera (actualmente irrealizable) es una gran confederación de pueblos, etnias y religiones de Oriente Medio, bajo la garantía de la ONU, único antídoto contra el califato. Francia está presente con su aviación, con los franceses musulmanes que se marcharon a la jihad, con los franceses musulmanes que volvieron de la jihad, y ahora está claro que Oriente Medio está presente en el interior de Francia con la actividad asesina que debutó con el atentado contra Charlie Hebdo, así como el conflicto israelí-palestino estaba ya presente en Francia. El pensamiento reductor se impone. No sólo los asesinos fanáticos creen luchar contra los cruzados y sus aliados judíos (a los que los cruzados masacraban) sino que además los islamófobos reducen el árabe a su supuesta creencia, el islamismo; reducen el islámico al islamista, el islamista al integrista, el integrista al terrorista. Este anti–islamismo se vuelve cada vez más radical y obsesivo y tiende a estigmatizar a toda una población.