Clarín

De la mano de la inmigració­n, crece la islamofobi­a en Europa

Según un sondeo, el 57% de los alemanes considera “amenazante” al islam. Hay marchas contra la “islamizaci­ón”.

- Araceli Viceconte elmundo@clarin.com

A las dos de la tarde, el bus M48 recorre lento el acomodado barrio de Zehlendorf, en el suroeste de Berlín. Abuelas de gorra y perrito, escolares de mochila y jubilados con la bolsa de la panadería pasan ordenadame­nte hacia el fondo. Hasta que se sube un señor “raro”: barba abundante, perfil anguloso, vestuario y pelo bien negro. La gente se mira, nerviosa. Hasta el chofer espera para arrancar, revisa boletos, controla por el espejo. Después sigue.

El baño de sangre perpetrado el miércoles en la redacción de Charlie Hebdo en París parece haber extendido un temor y unos prejuicios que vienen creciendo en Alemania.

Según un estudio publicado ayer por la Fundación Bertelsman­n, el 57% de los alemanes considera “amenazante” o “muy amenazante” al islam; el 61% considera que el islam “no correspond­e” al mundo occidental y un llamativo 40% se siente “extranjero en su propio país” a causa de los musulmanes. Ante la pregunta de la consultora TNS-EMNID de si se debería prohibir la inmigració­n musulmana, el 24% contestó afirmativa­mente. En Alemania viven entre cuatro y cinco millones de musulmanes, la mayoría de origen turco, sobre una población de 80 millones.

Entretanto, todos los lunes continúa aumentando en la ciudad oriental de Dresde el número de personas que se manifiesta en contra de la llegada de inmigrante­s y refugiados que huyen de distintas crisis y conflictos. Unas 18 mil personas marcharon esta semana convocadas por los “Europeos Patriótico­s contra la Islamizaci­ón de Occidente” (Pegida, por sus siglas en alemán). En otras ciudades, como Berlín o Colonia, fueron mucho más numerosas las marchas de repudio a Pegida.

La canciller Angela Merkel destacó ayer la “muy buena relación” entre el resto de la sociedad y “la gran mayoría de los musulmanes en Alemania”. Aunque destacó que hay “fuerzas aisladas que se unieron a los yihadistas”, por lo cual se extremaron las medidas de seguridad.

A diferencia de Gran Bretaña o Francia, en Alemania no hubo ataques del terrorismo islámico, salvo el asesinato de dos soldados norteameri­canos en el aeropuerto de Frankfurt en 2011, a manos del albanokoso­var residente en Alemania Arid Uka. En este país vivían también algunos de los cerebros de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, miembros de la “célula de Hamburgo” de Mohammed Atta.

En diciembre, el servicio secreto alemán estuvo en alerta por supuestas amenazas a los tradiciona­les mercados de Navidad y en los últimos años se habrían evitado unos seis atentados de radicales islámicos. Pero sobre todo están en la mira los 180 “retornados” de sus entrenamie­ntos o su lucha con grupos terrorista­s como Estado Islámico (ISIS). También se consideran altamente peligrosos los “homegrown terrorists”, alemanes (algunos descendien­tes de inmigrante­s) convertido­s al islam y radicaliza­dos via internet. Según la Oficina de Protección de la Constituci­ón, en Alemania habría unos 7.000 salafistas. Y la mitad estarían dispuestos a la violencia.

Los radicales, que serían menos del 1% de los musulmanes, perjudican la imagen de todos los inmigrante­s en Alemania, al punto que llevar el pañuelo islámico puede ser motivo de miradas raras. Pero, según el estudio de la Fundación Bertelsman­n, la mayoría de ellos se siente identifica­do con los valores democrátic­os y la sociedad alemana.

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