El coraje de defender la libertad
Si hay algo que nunca se le quitará a Charlie Hebdo es su coraje. El coraje de defender la libertad de expresión frente a una cantidad de presiones y peligros. Un medio de comunicación fue atacado con la intención de destruirlo.
Este es un ejemplo particularmente provocativo de lo que en Francia se llama “la generación de 1968”, una corriente de pensamiento que buscó sacudir al país, o al menos las tradiciones patriarcales y religiosas de la Francia gaullista. Muchos de los caricaturistas de Charlie Hebdo, como Cabu y Wolinsky, asesinados en el terrible ataque del miércoles, son nombres familiares para la mayoría de los franceses. Les gustaba traspasar los límites de lo generalmente aceptable en el discurso público. No eran tímidos frente a la vulgaridad y podían ser acusados de mal gusto. Pero, con su creatividad imparable, ofrecían un espejo de muchos
El ataque plantea grandes desafíos al modelo republicano secular de Francia
de los rasgos y de los males de los franceses, siempre con un generoso llamado a la risa.
La espantosa violencia contra Charlie Hebdo sólo puede verse como un ataque al periodismo independiente, a la libertad de informar y comentar a través de textos, fotos o dibujos. Esto no ocurrió en una lejana zona en guerra ni en un país autocrático donde la libertad de prensa es asfixiada, sino en el corazón de una capital europea.
Estos asesinatos plantean importantes desafíos al modelo republicano secular de Francia. Un modelo que prohíbe el velo islámico en escuelas estatales y que declaró ilegal la burda en las calles.
El islam radical ha ido creciendo entre algunas comunidades de jóvenes musulmanes, en especial en suburbios con un alto desempleo. Estos no son asuntos limitados a Francia. Pero hoy, en Francia se hace más evidente cómo los males de Oriente Medio pueden resonar y diseminar su veneno en el corazón de las sociedades democráticas de Occidente.