Una mujer reservada que había adoptado a su hijo y vivía de rentas
Los vecinos creen que quien entró a la casa y asesinó a América “Bebi” Flores (76), a su hijo Heber Buffa (35) y a su pareja, Mirna Godoy (33), tiene que haber conocido a la perfección los movimientos de la casa. “La señora tenía la cama y el televisor enfrente de la ventana que da a la calle y miraba todo desde ahí. Y recién cuando se aseguraba que la persona que llegaba era conocida, le gritaba al hijo que abriera”, le contó un vecino a
Clarín. América había quedado viuda hace ya unos años (al menos cinco, recordaron ayer quienes la conocieron) y vivía en el chalé que fue asesinada junto a su hijo y su nuera hace más de cuarenta años. El marido de la mujer tenía inmobiliaria y ella todavía conservaba algunas propiedades que le daban una renta mensual, de la cual vivía. La Policía investigaba ayer, entre otras cosas, la administración de esas propiedades en busca de
alguna pista del triple crimen. Tanto Heber como su pareja, Mirna, padecían un retraso madurativo. “Era un retraso notorio”, dijo un conocido. América y su esposo habían adoptado al joven porque ella no había podido quedar em
barazada, recordó un vecino. “El era hijo único. No sabría decir muy bien cómo fue que llegó la chica a la casa. Creo que empezó dando una mano con algunas cosas y después se pusieron de novio con el muchacho”, agregó otra vecina. América y Heber no tenían más familia que ellos mismos. Ayer la Policía buscaba ubicar a un hermano de la mujer, pero, según vecinos, el hombre murió hace un tiempo. Mirna tenía familia en la localidad de Solano. Al enterarse del crimen, apareció en el lugar del hecho una hermana suya y tuvo que irse en medio de una crisis de llanto. Las víctimas no salían mucho. Y cuando lo hacían, era con un hombre de confianza que los pasaba a buscar en auto.