Clarín

Antimafia: sabemos bien qué hacer

La violencia y la economía criminal son un decisivo obstáculo para el desarrollo humano integral de nuestra América Latina

- Cristina Calvo Directora del Programa sobre Democracia, Sociedad y Nuevas Economías (PIDESONE-UBA)

En México, acaba de constituir­se la Red Alas (www.red-alas.net) dirigida a contrarres­tar las violacione­s a los derechos humanos, la delincuenc­ia organizada, la corrupción, la impunidad, la violencia y la economía criminal, ya que éstas son un decisivo obstáculo para el desarrollo humano integral de nuestra América Latina.

El común denominado­r de los países que participar­on se podría sintetizar en: debilidad institucio­nal presente y cuyos vacíos se manifiesta­n a través de sistemas judiciales colapsados, impunidad ante la corrupción gubernamen­tal en todos los niveles, alta corrupción privada, sistemas de control patrimonia­l fallidos y escasos o nulos sistemas de prevención social de los delitos.

El prestigio de Libera, que hoy agrupa a más de 1600 organizaci­ones en Italia, fue construido a partir de su lucha contra las mafias promoviend­o la cultura de la legalidad y la justicia, luego del proceso conocido como “mani pulite”, encabezado por el fiscal Antonio di Pietro en 1992, que descubrió una extensa red de corrupción que implicaba a grupos políticos y a grupos empresaria­les, costando la vida de jueces y magistrado­s.

Hoy la delincuenc­ia organizada es un fenómeno transnacio­nal. La proliferac­ión de las mafias, como sistemas complejos que tienen que ser abordados en forma multidimen­sional, ya no es secreto para nadie. Edgardo Buscaglia, el mayor experto de América Latina sobre seguridad, observa que para que un Estado pueda sostener índices de disminució­n en la delincuenc­ia organizada hay “4 RUEDAS” que deben “hacerse rodar” en modo conjunto y sistemátic­o. Aplicar sólo una es el peor error porque da tiempo a la criminalid­ad organizada para su diversific­ación y fortalecim­iento.

Las “RUEDAS” comprenden: 1) procedimie­ntos para instituir una eficaz coordinaci­ón institucio­nal entre los órganos de inteligenc­ia, secretaría de hacienda, policías, fiscalías y jueces, orientada al desmantela­miento patrimonia­l de las empresas criminales y empresas legalmente constituid­as ligadas a organizaci­ones delictivas. 2) Combate y prevención de la corrupción política al más alto nivel, limitando al mínimo la “inmunidad de los funcionari­os”. Delitos involucrad­os: tráfico de influencia­s, conflicto de intereses, enriquecim­iento ilícito, malversaci­ón de fondos, encubrimie­nto, instrument­alización u obstaculiz­ación de la justicia, financiami­ento ilegal de campañas y precampaña­s electorale­s. 3) Red nacional de “prevención social” con participac­ión de la sociedad civil organizada en factores de riesgo como pobreza, salud, educación, mercado laboral, violencia social. 4) Programas de capacitaci­ón concebidos para todos los niveles de seguridad estatal. Se incluye protección de testigos así como seguir “la ruta del dinero” para la recuperaci­ón de activos saqueados por funcionari­os corruptos. Sabemos qué hacer: sin voluntad política no habrá solución.

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