La renuncia y las preguntas
Q
ué cambió desde aquellos tiempos no tan lejanos en los que Héctor Romani era el hombre fuerte del tenis nacional? ¿Qué cambió para que el ex vicepresidente segundo tuviera voz, voto y poder de decisión -ese cargo, al cabo, es el único “ejecutivo”- para que se tuviera que ir por la puerta de atrás, ignorado y aislado por sus viejos (y mismos) compañeros del Consejo Directivo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) y con el pedido de alejamiento por parte de varias federaciones del interior? ¿Qué cambió para pasar de ser el dirigente más cercano a la Copa Davis hasta septiembre de 2014 a ni siquiera ir a Tecnópolis seis meses después para ver el match ante Brasil por la primera ronda de este año?
Nadie sabe bien qué cambió. Pero sí se sabe bien cuándo cambió: el fallecimiento de Arturo Grimaldi sucedido en la madrugada del 26 de octubre del año pasado modificó todo. El presidente de la AAT fue el dirigente que le había dado a Romani todo su poder, aún para tener el vía libre para enfrentarse con Juan Martín Del Potro y provocar la renuncia del tandilense a la Copa Davis. Pero cuando ya sabía que le quedaba poco tiempo de vida, él entendió que la presencia de Del Potro en el equipo era fundamental por lo deportivo y lo económico y prefirió hacerse cargo de la situación intentando reestablecer el vínculo con el jugador argentino más determinante. Grimaldi eligió dos nuevos lugartenientes (el vicepresidente tercero Daniel Fidalgo y el secretario legal Diego Gutiérrez) y Romani, de a poco, fue cayendo en el ostracismo; además, su relación con el presidente Armando Cervone era nula. Primero se tomó una licencia entre diciembre y marzo. Y el lunes se fue.
Todo el mundo cree que su renuncia le abre aún más las puertas a Del Potro (“Si vuelve a jugar la Davis porque me fui, me voy a sentir orgulloso de mi decisión”, les dijo Romani a sus íntimos). Pero hoy tiene más chances El
Panadero de pasearse libremente por Caminito y que lo saluden con afecto y respeto todos los hinchas de Boca que Del Potro de pegar un revés plano sin dolores en su muñeca. Así de simple, así de contundente.
Se fue Romani. ¿Qué cambió?