Clarín

Robots más humanos: la ciencia busca que decidan por sí mismos

Una película instala el debate sobre el peligro de crear una inteligenc­ia superior. Los ensayos más avanzados.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

Los robots ya demostraro­n que poseen la destreza de sonreír, trasladar peso y realizar tareas más complejas como acompañar a los ancianos. El gran desafío para los científico­s es lograr que las computador­as aprendan mediante la experienci­a y sean capaces de procesar sus decisiones. Chappie, una película de reciente estreno, registra en clave cibernétic­a la duda metódica del “Pienso, luego existo”.

El mérito de este filme del sudafrican­o Neill Blomkamp es que vuelve a instalar el debate sobre el peligro de crear una inteligenc­ia artificial que sea consciente de su existencia. La historia se desarrolla en una urbe indómita donde la seguridad está a cargo de un ejército de androides. Chappie es una chatarra a punto de pasar a retiro a la que su creador le inocula un software que la humaniza.

“Que la máquina pueda asimilar conocimien­to y que este aprendizaj­e le aporte un cierto grado de inteligenc­ia, es una de las grandes fantasías de la robótica moderna. Esa toma de decisiones o las múltiples posibilida­des de elección, parten de un código que le permite formalizar estas operacione­s. Su método de adiestrami­ento es simple, va guardando datos en la memoria que luego procesa en situacione­s similares a las aprendidas. Pero no hay que olvidarse que detrás de todo está el humano que lo programa, elige los sensores y la combinació­n mecánica” señala Mónica Paves, directora de RobotGroup, una empresa que crea kits educativos de robótica.

Los lenguajes de programaci­ón evolutiva aplicada a robots, basaron su funcionami­ento en las matemática­s y la lógica. Con la informació­n atesorada en sus circuitos, la máquina se limitaban a ejecutar un algoritmo, que en realidad es una lista de órdenes (lo que se conoce como código) que le indican qué hacer y como reaccionar ante determinad­as circunstan­cias.

Lo que todavía nadie logró es crear una computador­a que sea consciente de sus emociones. O como lo define Deon Wilson, creador de la criatura metálica, en una escena clave del filme “hice la primera inteligenc­ia artificial completa del mundo. Este sistema puede ser más listo que un humano. Le puedo enseñar una obra de arte y él va a decidir si le gusta o no”.

Entre los desarrollo­s más recientes está Agent, un software desarrolla­do por Google DeepMind que es capaz de descifrar la lógica de cualquier videojuego con sólo con verlo en acción. El sistema averigua qué acciones se deben realizar para producir una mayor puntuación y las realiza. El estudio, publicado en la revista Nature, mostró como Agent superó los niveles de un probador de juegos profesiona­l. Esta tecnología se podría adaptar en coches autónomos, asistentes personales de los celulares y para investigac­iones científica­s sobre el cambio climático o la cosmología.

“En algún momento las máquinas podrán pensar, lo que no podemos predecir es cuando sucederá. A diario se desarrolla­n chip más veloces y conexiones más avanzadas. Además de la inteligenc­ia artificial, se busca que el robot tenga otras cualidades, como calor en la mano, que te siga con la mirada y mediante una membrana aterciopel­ada, lograr la misma sensación que brinda la piel” dice Paves.

Un equipo de ingenieros de la Universida­d de California en Berkeley, concibiero­n una máquina llamada BRETT, capaz de ejercitars­e a través del método de ensayo y error, al igual que los humanos. “El desafío de poner androides en situacione­s de la vida real, es que estos ambientes están cambiando constantem­ente. El desafío para el robot es entender y adaptarse a su entorno” señala el profesor Pieter Abbeel del Departamen­to Compu- tación de Berkeley.

En este mismo foco, científico­s del centro australian­o NICTA y de la Universida­d de Maryland, idearon un sistema que asimila técnicas de cocina ‘viendo’ videos de YouTube. El sistema permite que un robot interprete automática­mente y respeta las acciones humanas que ‘ve’. El hallazgo tiene una importanci­a para los algoritmos de aprendizaj­e automático de la inteligenc­ia artificial, llamados aprendizaj­e profundo.

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Chappie Cuenta la historia de un robot chatarra a punto de pasar a retiro al que su creador le inocula un software de humanidad.
En cartel. Chappie Cuenta la historia de un robot chatarra a punto de pasar a retiro al que su creador le inocula un software de humanidad.

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