Clarín

Lo que tenemos y no vemos

- rroa@clarin.com Ricardo Roa

La vida calladamen­te famosa de Juan Carlos Parodi nos muestra lo que tenemos y no vemos y lo que nos falta

Puede cruzar la calle a nuestro lado, tomar café en la otra mesa o subir en el mismo ascensor. Notaremos que se trata de alguien importante porque tiene el porte de alguien importante: esa clase de importanci­a que se suele llevar encima, sin estridenci­a. Pero no sabremos de quién se trata: no está en los medios ni va a la tevé. No tiene ese tipo de fama. Es calladamen­te famoso.

La Legislatur­a porteña, es decir, la po-

lítica, lo distinguió esta semana. El doctor Juan Carlos Parodi es un eminente cirujano argentino de reconocimi­ento mundial. Está muy bien el reconocimi­ento aunque nuestra política acostumbre llegar con retraso y simbólicam­ente en estos casos.

La medicina argentina es superior a la política argentina. Veinticinc­o años atrás, Parodi inauguró un método quirúrgico que hoy se emplea en todos lados y que ha salvado miles y miles de vidas.

Creó una técnica para operar desde adentro de la aorta aneurismas en el abdomen. Es lo que se llama cirugía endovascul­ar. Terminó con la mayoría de las operacione­s a puro bisturí, complejas y riesgosas.

Casi todo el mundo, por no decir todo el mundo, oyó hablar si no le ha tocado más de cerca de los aneurismas en el cerebro. Las hemorragia­s abdominale­s son también de altísima gravedad y eran la quinta causa de muerte en el mundo. El procedimie­nto de Parodi bajó esa tasa a la mitad. Lo operó a Menem de la carótida y antes al Papa, cuando no era Francisco ni era el cardenal Bergoglio sino un simple sacerdote. “Bienvenido al cirujano que me salvó la vida”, le dijo Francisco cuando lo invitó el año pasado al Vaticano.

Parodi forma parte de esa clase de gente trascenden­te que apenas trasciende mientras tantos intrascend­entes nos ocupan la vida. Recibió muchos premios y distincion­es y aunque su nombre se repite en google

no está en la wikipedia en español. Sí en

portugués. Habla sobre nosotros.

Parodi tiene 280 patentes de bioingenie­ría. Un monstruo. Integra una lista de Messis de la medicina premiados más afuera que aquí. Domingo Liotta con su corazón artificial y la circulació­n mecánica asistida; René Favaloro y su muy famoso y revolucion­ario by-pass o Julio Palmaz, con el stent expandible.

Debajo del maremoto argentino, de esa hoguera de vanidades políticas y de todas las miserias, hay un país de genios morales y profesiona­les. Parodi trabajó y trabaja para los otros y nos mejoró la vida a todos.

Le llevó 14 años y mucho estudio y mucho trabajo su mayor invento. No fue de

un día para otro. Y cuando lo logró, siguió con otros. Nos muestra lo que tenemos y no vemos. También nos muestra lo que

nos falta.

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