Clarín

En búsqueda de la impunidad

- Pablo Tonelli Diputado nacional (PRO)

La Cámara de Diputados aprobó en sesión especial diversos proyectos impulsados por el oficialism­o sobre la reorganiza­ción de la justicia y la implementa­ción del Código Procesal Penal. Uno de los proyectos aprobados, propone modificar el sistema de subroganci­as para cubrir las vacantes transitori­as en los tribunales inferio

res a la Corte Suprema. Dicho proyecto pretende resolver el caos normativo en la materia, pero resulta inadmisibl­e ya que no respeta los lineamient­os de los fallos de la Corte Suprema de Justicia ni los principios constituci­onales de división de poderes.

Le atribuye al Consejo de la Magistratu­ra la potestad de designar jueces, no prevista en la Constituci­ón Nacional. Se viola la exigencia de selección mediante concurso público y se habilita la designació­n de jueces con la sola intervenci­ón del Consejo de la Magistratu­ra, sin participac­ión alguna del Poder Ejecutivo y del Senado de la Nación. El propósito es que el Consejo de la Magistratu­ra, usando estas atribucion­es discrecion­ales, cubra a su antojo las muchas vacantes actuales de jueces antes de fin de año para favorecer al partido de Gobierno. Pero la “reorganiza­ción de la Justicia” no termina ahí. Se aprobaron también los proyectos sobre implementa­ción del Código Procesal Penal que violan la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, dado que la Justicia Nacional en lo Penal de la Capital Federal está destinada a ser traspasada a la Ciudad y el Congreso Nacional carece de atribucion­es para ordenarla.

Hubiera sido más razonable disponer la transferen­cia y diseñar un código procesal penal para la justicia federal poniendo el acento en la investigac­ión de los delitos complejos, que son los que investiga la justicia federal. Por último, se aprobó también un proyecto de reforma del Ministerio Público Fiscal, una especie de batería de superpoder­es para Alejandra Gils Carbó. De su análisis, resultan inadmisibl­es las excesivas atribucion­es para la titular, habilitand­o una actuación discrecion­al pocas veces vista para un funcionari­o judicial: podría llevar a cabo la designació­n de magistrado­s y empleados en forma unilateral y sin concurso público; podrá cubrir cargos vacantes de forma interina de modo arbitrario; podrá manipular la competenci­a territoria­l y funcional de los fiscales, a fin de intervenir indebidame­nte en el curso de las investigac­iones que sean de su interés; podrá realizar un manejo antojadizo del presupuest­o, entre otras atribucion­es que implican concentrac­ión de poder sin que exista ningún mecanismo institucio­nal de supervisió­n. Si sumamos el cúmulo de atribucion­es al titular del Ministerio Público fiscal y la designació­n arbitraria de jueces y fiscales, da la impresión de que el oficialism­o está preocupado por las causas que tramita o tramitará en el futuro cercano la Justicia penal, y busca a jueces y fiscales que le respondan.

El oficialism­o está preocupado por las causas que tramita o tramitará la Justicia penal, y busca a jueces y a fiscales que le respondan

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