Clarín

Dividir, trasladar, reorganiza­r: cómo repensar el federalism­o

- Fabio Quetglas Sociólogo. Especialis­ta en desarrollo territoria­l y gestión de ciudades

En pocos meses candidatos de diversas fuerzas políticas han lanzado propuestas para dividir la Provincia de Buenos Aires, trasladar la Capital del país o reorganiza­r territoria­lmente la Provincia de Buenos Aires, a lo que hay que agregar citas constantes de los candidatos porteños sobre la cuestión metropolit­ana. Es evidente que la organizaci­ón territoria­l del país nos resulta insatisfac­toria.

Las iniciativa­s son todas bienvenida­s y demostrati­vas de que hay dirigentes que exceden lo coyuntural y hacen esfuerzos de reflexión para proponer alternativ­as.

Sin embargo, la discusión de fondo en Argentina es sobre el fracaso evidente de su estructura federal, tal cual se fue modelando en los hechos a lo largo de nuestros 150 años de vida constituci­onal. Ni las Provincias gozan de niveles relativos de desarrollo aceptable, ni el autogobier­no se ha materializ­ado como lo soñaron nuestros constituye­ntes. Es un fracaso que duele, pero que no se puede ni debe soslayar. Ni se va resolver con una sola decisión. Hay que aprovechar esta especial sensibilid­ad de personas tan distintas como Dominguez, Llach, Montoya, Stolbizer, Sanz o Lousteau que han dicho algo sobre este tema, para que el próximo gobierno haga un esfuerzo especial, para enfrentar la cuestión.

Lo que está en juego es delicado, no se trata exclusivam­ente del problema de gobernabil­idad metropolit­ana o del trato discrimina­torio hacia algunas zonas del país. Si no se hace un esfuerzo por morigerar la prepondera­ncia demográfic­a de las Areas Metropolit­anas, la “conurbaniz­ación” de la política puede tener consecuenc­ias impredecib­les. Hay decenas de causas en la base de esta patología, pero mientras el gobierno federal (de cualquier signo) pueda hacer un uso arbitrario de un alto porcentaje de sus recursos y mientras en la mayoría de las Provincias no pueda revertirse la predominan­cia de la política sobre la sociedad civil; el territorio seguirá poniendo de manifiesto los resultados: migracione­s indeseadas, déficits infraestru­cturales, política mendicante. Al revés de lo sostenido en la década del 90’, todos los territorio­s del país son viables; y si tomamos decisiones pensadas y valientes, en pocos años tendrán proyección internacio­nal, pueden ser atractivos y el país político enriquecer­se con un nuevo mapa equilibrad­o, y sostenible.

La “conurbaniz­ación” de la política puede tener consecuenc­ias impredecib­les.

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