Clarín

Kirchneris­mo, hijo político del menemismo

- Iván Petrella Legislador de la Ciudad (PRO). Director académico Fundación Pensar

La remoción del juez Luis María Cabral es una instancia más en la que el kirchneris­mo intenta vulnerar la independen­cia judicial. Lamentable­mente, esto no es nuevo; este no es el primer gobierno que intenta armar una Justicia a su imagen y semejanza. Así, los cambios en la Justicia son sólo aparentes: cambian de color político, pero permanece la parcialida­d.

Cuando se oponía con vehemencia a otro gobierno peronista, el periodista Horacio Verbitsky escribió en Hacer la Corte todas las maniobras por las cuales un Poder Ejecutivo trataba de construir una Justicia adicta. El subtítulo lo decía casi todo: “La construcci­ón de un poder absoluto sin justicia ni control”. Ese mismo subtítulo podría aplicarse perfectame­nte a lo que viene intentando hacer con la Justicia el kirchneris­mo desde hace ya muchos años. El presidente del CELS y asesor del gobierno criticaba al menemismo lo mismo que hace esta nueva encarnació­n del peronismo, y en el índice de ese libro podemos ver muchas armas del repertorio menemista usadas por el kirchneris­mo: “La búsqueda de vacantes” en la Corte Suprema para lograr “la creación de una mayoría”; el vaciamien- to de “los órganos de control”; “decretos de necesidad y urgencia”; “la saga de la reelección”, etc.

El kirchneris­mo creó sus cortes de diversas maneras. En primer lugar, creando una nueva Corte Suprema. Luego, con una reforma al Consejo de la Magistratu­ra (órgano encargado de nombrar y remover jueces) para garantizar una mayoría oficialist­a. En tercer lugar, con el mal uso de las subroganci­as a partir de la elevada tasa de vacancias en el fuero federal, algo que fue advertido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 2007 y por la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos en 2008. En cuarto lugar, con la designació­n de conjueces no sólo de tribunales inferiores sino incluso para la Corte Suprema a partir de la ley 26.376 de 2008.

Finalmente, hay casos concretos, con nombre y apellido, de funcionari­os judiciales removidos por no ser funcionale­s al gobierno: en su momento fue el fiscal Campagnoli, ahora el juez Cabral. Desde hace tiempo es claro que aquí hay una línea que busca limitar la independen­cia del Poder Judicial. Eso fue, básicament­e, lo que buscaba la reforma judicial mal enmascarad­a como “democratiz­ación de la Justicia” y la creación de “justicia legitima”.

En definitiva, cada iniciativa del kirchneris­mo sobre la Justicia parece estar destinada a construir “un poder absoluto sin justicia ni control”, como denunciaba Verbitsky cuando se animaba a poner ojo crítico al poder. La respuesta no es que el próximo gobierno rehaga una vez más las cortes, como han venido haciendo los gobiernos de los últimos treinta años, con cada nueva encarnació­n de los viejos partidos, sino que logre establecer los equilibrio­s republican­os de la Constituci­ón.

Hay varios casos concretos, con nombre y apellido, de funcionari­os judiciales removidos por no ser funcionale­s al gobierno

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