Clarín

El general que confundió su lugar en la historia

- Fabián Bosoer fbosoer@clarin.com

Qué le pasó al general César Milani, un militar que se preparó durante años para alcanzar la cima, que quería cambiar la historia, marcar su huella, superar a sus antecesore­s y vio cómo en 24 horas se le terminaba sorpresiva­mente su carrera al frente del Ejército? ¿Acaso se encandiló con el poder y la influencia que había tejido a lo largo de la década y creyó que su estabilida­d en el cargo dependía sólo de él?

Como nada se informó oficialmen­te, más allá de las escuetas “razones personales” y los trascendid­os de la última reunión en la que Carlos Zannini le comunicó su retiro, lo que tenemos son los

gestos y palabras públicas: el discurso de despedida de Milani fue una puesta en escena del final de un gran equívoco; el de un general que equivocó su lugar en la historia, se excedió en sus expectativ­as y ambiciones y soslayó las explicacio­nes que se le pidieron sobre su pasado. Dos frases de ese discurso reflejan una lec- tura cuanto menos extemporán­ea de su paso por el cargo. La primera es aquella en la que destacó haber puesto todo su empeño “para recomponer y reconstrui­r la esencia, la tradición y la mística de un ejército que se encontraba degradado”, palabras que tantas veces se oyeron en otras etapas de nuestra historia cada vez que un jefe militar desplazaba a su antecesor. La segunda es la que le dedicó a quienes lo criticaron: “A ellos, mi desprecio”, dijo.

Milani deja un ejemplo de lo que ocurre cuando un general quiere meterse en política vestido de uniforme. Le confesó a Hebe de Bonafini -en un reportaje durante su visita a la sede de las Madres que nadie festejó demasiado- que su vocación militar surgió de su fascinació­n por los uniformes y la admiración de sus padres por Perón. Acaso el primer mensaje de su sucesor, Ricardo Cundom, haya sido un signo de que las cosas vuelven al carril del que no debieron apartarse: “Este es un Ejército democrátic­o, que refleja los valores de la sociedad a la que sirve en su diversidad y pluralidad”. Una definición contrastan­te con la de quien proclamó que el Ejército debía “acompañar el Proyecto Nacional”. Matices amplios, o contradicc­iones, que se permite un Gobierno que, en plena campaña, se acaba de sacar un peso molesto de sus espaldas sin darle a Milani las gracias por los servicios prestados, ni hacer autocrític­a alguna.

El discurso de despedida de Milani fue una puesta en escena algo extemporán­ea del final de un gran equívoco

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