Macri apuesta al voto útil y pide no caer en la profecía autocumplida

“No entienden –dice Mau

ricio Macri–. Son de otra generación y no entienden”. El jefe de Gobierno tiembla de frío. Acaba de salir de una humilde casa de Florencio Varela. No, allí el ambiente estaba templado. El frío lo sufre ahora que está afuera, a punto de hacer un nuevo timbreo. En la casa le brindaron calor, mate, pero también le transmitieron sus penurias diarias. La familia le contó que cuando compró el terreno para construir la casa, hace ya muchos años, le prometieron cloacas, pavimento, gas natural. Aún esperan. “Esta gente votó toda la vida al PJ y ahora está pensando

en votarnos a nosotros” dice Macri. Pero no es esa familia de Florencio Varela “la que no entiende”. El conductor del PRO se refiere a un sector de la clase política, del periodismo, de los empresarios, de quienes piensan el país. ¿Qué no entienden? Que el PRO está peleando voto a voto con el kirchnerismo las presidenciales y que son ellos quienes colaboran con la estrategia del Gobierno de tratar de instalar que Daniel Scioli ya ganó. Son, según él, los mismos que decían que Horacio Rodríguez Larreta no podía ganar.

Macri se ríe: “Hicimos ganar al anticandidato”. El fundador del PRO descarga su desconfianza con lo que él llama el círculo rojo: por un lado lo alientan a competir y por otro no confían en el cambio de signo político a partir del 10 de diciembre. Lo resume así uno de sus principales estrategas de campaña: “Creen que no hay nada que hacer, que hay que resignarse a otra década kirchnerista”. En las últimas semanas, Macri ha comentado en charlas de sobremesa que muchos opositores “trabajan para la profecía autocumplida”. Alguien le apuntó días atrás esta frase: “Nacieron con el PJ y sólo tienen ojos para ver la realidad a través del PJ”.

Los macristas que se dedican a analizar encuestas cualitativas y trabajos de focus group advierten que aún hay mucha gente que no decidió su voto y que está propensa a hacerlo por alguna opción opositora pero que si el clima de resignación se propaga será tarde para desper

tar. Macri habla del “síndrome de Estocolmo”, aquella reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o violación desarrolla una relación de complicidad y fuerte vínculo afectivo con quien le ha hecho daño. Lo traducen así en su entorno: “Mucha gente que no desearía que gane el PJ hace todo lo posible para que triunfe”.

Anoche, en el búnker de Costa Salguero, los asesores del candidato presidencial insistían con que la tarea de los próximos meses consistirá en convencer a los escépticos de que Macri puede ganar en octubre. La campaña tendrá un giro brusco: este mes y el próximo, el 85 por ciento de la agenda del jefe de Gobierno estará concentrada en el Conurbano. “Vamos a ir a buscar el voto a los sectores más pobres”, anticipan.

El planteo viene acompañado de números: según las planillas del PRO, el 60% de la población no quiere votar al candidato de Cristina. En esa franja, dicen, Macri ya sedujo a la mitad y ahora debe trabajar para conquistar ese

otro 30% que busca una alternativa. La apuesta final es para después de las PASO: “Si nos va bien el 9 de agosto, en las generales vamos a captar el famoso

voto útil”. Miran a los votantes de Sergio Massa, pero también a los de Margarita Stolbizer.

Con esa lógica, Macri ya convenció a Ernesto Sanz y a Elisa Carrió para que la noche en que se cuentan los votos de las primarias, los tres convivan en el mis

mo búnker. No lo van a anunciar porque, en teoría, el resultado de la interna aún está en suspenso. “Los tres juntos en el escenario sería una gran muestra de unidad”, se entusiasman.

Esa noche, Macri buscará mostrar que los votos que saquen Sanz y Carrió –quienes corren detrás de él en las encuestas– también le pertenecen. Será parte de la lucha por la agenda mediática. El riesgo está: los macristas asumen que Scioli –y todo el Gobierno– buscarán exhibir que el triunfo fue amplio. Para eso, solo

contarán los votos de Macri y los compararán con los de Scioli.

Macri ya convenció a Sanz y Carrió para compartir el búnker la noche de las primarias