Clarín

El emergente que se les fue de la mano a Sanz y Carrió

- Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com

El clima de anoche en el búnker de ECO califica para un anexo de El Reino del Revés. Al amenazar al PRO con una campaña picante en el balotaje, Martín Lousteau dio vuelta el antiguo proverbio “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” para enunciar que “el amigo de amigo es mi enemigo”. Los faltazos de sus “amigos” Elisa Carrió y Ernesto Sanz merecen formar parte de ese capítulo imaginario del libro de María Elena Walsh.

Curiosamen­te, los presidenci­ables de la Coalición Cívica y la UCR pusieron la cara para celebrar el segundo puesto de su compartido “pollo” porteño en las PASO de abril. Pero optaron por un mutis por el foro (Carla Peterson, esposa de Lousteau, explicaría mejor la escena teatral) para el conteo de los votos que valen.

¿Qué cambió entre abril y julio? Respuesta sencilla: el cierre de listas que confirmaro­n la alianza nacional con Mauricio Macri en junio. Iba a ocurrir, tarde o temprano, pero todos quisieron ocultar tamañan contradicc­ión. La de enfrentar en su propio bastión a la figura a la que se aferraron casi desesperad­amente los partidos que lideran Sanz y Carrió como opción excluyente para terminar en serio con el ciclo kirchneris­ta.

Al armar la fórmula, olvidaron un detalle. Le dieron alas a una promesa política que en sus seductores rulos llevaba la premisa de la independen­cia. Al punto que Lousteau acaba de poner en duda si en las presidenci­ales votará por Carrió, por Sanz o por Margarita Stolbizer, a quien los dos primeros acusan de encabezar una fórmula funcional al kirchneris­mo.

Ahora, el ex ministro K está dispuesto a ocupar la jefatura vacan

te de la oposición porteña cueste lo que cueste. Y empezará la tarea tratando de ponerle sus iniciales (y a lo sumo el del reducido grupo de mohicanos que lo acompañó hasta último momento) a la cosecha que consiga en el balotaje.

Allí empieza el gran problema para los referentes que lo lanzaron al ruedo con bombos y platillos. Cuanto más avance Lousteau sobre las debilidade­s de la gestión de Macri, única posibilida­d que tendrá para sumar el voto de los que quedaron fuera del balotaje, mayor será el riesgo de erosión para la imagen del principal candidato del frente Cambiemos. Y sucederá en plena campaña para las PASO presidenci­ales del 9 de agosto y justo cuando los encuestado­res (gremio cada vez más cuestionad­o, es cierto) atribuyen al mandamás de la Ciudad una tendencia declinante en relación al candidato K, Daniel Scioli.

Como epílogo imaginario del Reino del Revés, habría que rescatar el objetivo primario alcanzado por Carrió, Sanz y los suyos. El de dejar a los K fuera del balotaje porteño. Aunque al precio de facilitarl­es el espectácul­o de un riña en el frente opositor, cuyos daños

colaterale­s son imposibles de de

calcular.

La campaña picante que promete Lousteau podrían provocarle fuertes daños a Macri

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