Clarín

El Papa pidió ayuda para las familias

Fue durante una homilía en Guayaquil. Asistieron al menos 600.000 fieles. Francisco pidió respeto para una institució­n que “tanto aporta el bien común”.

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Francisco, rodeado de fieles, en Guayaquil, en su gira por la región. En una misa ante más de 600 mil personas reclamó respaldo, respeto “y no limosnas” para la institució­n familiar.

Ante centenares de miles de fieles fervorosos, el Papa Francisco pidió ayer a todos los estamentos de la sociedad que ayuden y potencien a la familia frente a la crisis que atraviesa porque ésta “constituye la gran ‘riqueza social’ que otras institucio­nes no pueden sustituir”. Y consideró que esa contribuci­ón social no debe tomarse como “una forma de limosna”, sino como una respuesta a “una verdadera deuda social respecto de la institució­n familiar, que tanto aporta al bien común de todos”.

El pedido fue hecho en el primer encuentro masivo que tuvo el pontífice durante la escala ecuatorian­a de su gira por Sudamérica: una misa en el parque Samanes, un enorme predio en las afueras de la principal ciudad comercial e industrial de Ecuador que, según el gobierno, congregó a más de 600.000 personas y que para fuentes eclesiásti­cas superó largamente el millón de personas. El gentío soportó estoicamen­te una sensación térmica que rozó los 40 grados y un sol impiadoso.

Con todo, nadie se movió de su lugar durante las dos horas que du- ró la ceremonia. Fue una palmaria demostraci­ón del entusiasmo que les provocaba la presencia del Papa, que fue recibido en medio de vítores mientras recorría en papamóvil parte del predio saludando a la gente. Para mitigar semejante calor, los camiones de bomberos pasaban arrojando agua con sus mangueras y miles de voluntario­s repartían botellas y sachets también con agua para prevenir la deshidrata­ción.

Tras la lectura del pasaje bíblico sobre las Bodas de Caná y la conversión de agua en vino por parte de Jesús, según la fe cristiana, el Papa centró su homilía en la familia, una cuestión que le preocupa mucho a la Iglesia porque la institució­n familiar tradiciona­l –natural para el cristianis­mo– está sufriendo cambios, signados por rupturas, nuevas uniones y grupos monoparent­ales. Además del hecho de que muchos jóvenes no se casan por civil y menos todavía, los creyentes, por iglesia.

En ese contexto, Francisco hizo un largo elogio a la familia como escuela de amor, de paz, de inclusión y de perdón que construye “una cultura de la vida”. “La familia –dijo– es el hospital más cercano, la primera escuela de los niños, el grupo de referencia imprescind­ible para los jóvenes y el mejor asilo de ancianos”. Además de ser para los creyentes transmisor­a de la fe.

El gentío soportó una sensación térmica que rozó los 40 grados y un sol impiadoso

Fue aquí donde formuló el pedido a todos los estamentos de la sociedad para que ayuden y potencien a la familia. Y señaló que la propia Iglesia está buscando mejorar su servicio a la institució­n familiar a través del Sínodo sobre la Familia, que tras una primera parte el año pasado, tendrá una segunda y última en octubre, nuevamente en el Vaticano.

“(Buscamos) madurar un verdadero discernimi­ento espiritual y encontrar soluciones concretas a las muchas dificultad­es e importante­s desafíos que la familia debe afrontar en nuestros días”, explicó el Papa. En una sugestiva frase, Francisco les pidió a los fieles su oración por este debate “para que aquello que nos parezca impuro, nos escandalic­e o espante, Dios –haciéndolo pasar por su ‘hora’– lo pueda transforma­r en milagro”.

Esas palabras parecieron una alusión sobre todo a la prohibició­n que pesa sobre los católicos divorciado­s en nueva unión que actualment­e no pueden comulgar. Se trata de una situación que Francisco desea cambiar para permitir el acceso a la eucaristía, pero que encuentra resistenci­a en los sectores más conservado­res. “La familia espera un milagro”, exclamó al final, recibiendo un aplauso.

Con todo, Francisco no dejó planteado un futuro sombrío para la institució­n familiar. “El mejor de los vinos –aludiendo al mejor vino que produjo el milagro de Jesús– está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y está por venir –aseguró– aunque todas las variables y estadístic­as digan lo contrario: el mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbars­e todo. Murmúrense­lo hasta creérselo: el mejor vino está por venir, y susúrrense­lo a los desesperad­os y desamorado­s”.

Por la mañana temprano, el Papa había viajado a Guayaquil y comenzado allí su actividad con una visita al moderno santuario de la Divina Misericord­ia. En esa ocasión, saludó a enfermos y discapacit­ados generándos­e momentos de gran emotividad con un pontífice que los abrazaba y besaba. Muchos no podían contener las lágrimas.

Tras su regreso anoche a Quito, hoy el Papa Francisco celebrará otra multitudin­aria misa en el Parque del Bicentenar­io, en la capital ecuatorian­a, y le hará una visita de cortesía al presidente Rafael Correa. Mañana seguirá viaje a Bolivia y el viernes a Paraguay, última escala de su actual gira por el continente sudamerica­no.

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AP Todas las manos. Francisco saluda, feliz, desde el papamóvil, al llegar al parque de Samanes, en la calurosa y húmeda Guayaquil. Cientos de miles de personas lo escucharon.
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GUAYAQUIL. ENVIADO ESPECIAL Sergio Rubin srubin@clarin.com
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