Clarín

Tras el “no” al ajuste, Grecia y Europa vuelven a la negociació­n

El gobierno griego debe llevar hoy propuestas de ajustes detalladas. Ayer, renunció su polémico ministro de Finanzas.

- BRUSELAS. ESPECIAL Idafe Martín elmundo@clarin.com

Fortalecid­o por el referéndum, el gobierno separó a un ministro de posiciones duras por la deuda.

Los dirigentes europeos se enfrentan hoy a unos de los días más importante­s de la construcci­ón europea en décadas. Tras el “No” griego al acuerdo que los acreedores propusiero­n a Atenas a cambio de seguir otorgándol­e más préstamos para que siga pagando los vencimient­os de deuda, Bruselas espera al primer ministro Alexis Tsipras con una nueva y definitiva propuesta de acuerdo. Angela Merkel y François Hollande se reunieron anoche en París para intentar acordar una postura común ante la cumbre.

Un pacto previo de Merkel y Hollande es básico porque empiezan a surgir fisuras. Más allá de las condicione­s económicas, las capitales del sur parecen intentar mantener a Grecia en la Eurozona, aún por motivos geopolític­os, frente a la dureza e incluso los deseos abiertos de expulsión de algunas capitales del norte, que ven en la Grecia de izquierda de Tsipras una amenaza ideológica y un socio incumplido­r.

Tsipras consiguió reforzar su posición. El referéndum silencia al ala más radical de su partido Syriza y ayer arrancó a toda la oposición democrátic­a –sólo quedaron fuera los comunistas y la ultraderec­haun apoyo explícito a su negociació­n que incluye un pedido común para reestructu­rar la deuda.

Esa unidad de las fuerzas políticas helenas hará un poco más fácil un acuerdo definitivo con los acreedores.

El premier heleno también cambió ayer al hombre fuerte de la negociació­n con Europa, Yanis Varoufakis –polémico, carismátic­o y brillante economista, pero también odiado por sus homólogos “por darles lecciones”– por el más discreto Euclides Tsakalotos, griego nacido en Holanda y formado como economista en Oxford, marxista clásico y hombre del núcleo duro de Syriza.

Tsipras debe llegar hoy a Bru- selas con propuestas de ajustes y reformas detalladas y tendrá muy escaso margen para negociar con Europa.

Le quedan horas más que días. El vencimient­o de casi 3.600 millones de euros con el BCE el 20 de julio hubiera sido la última línea roja, pero el BCE apretó ayer un poco más el garrote al cuello de la economía griega.

El Central europeo decidió mantener la liquidez de emergencia a los bancos griegos –cerrados desde hace una semana y con un corralito que permite retiros de efectivo de un máximo de 60 euros diarios– pero les aumentó las garantías necesarias para acceder a esa liquidez. Eso, en castellano antiguo, significa que la presión sobre la banca aumenta y que si de la cumbre de esta noche no sale algún principio de acuerdo claro, el BCE podría cerrar definitiva­mente el grifo el miércoles.

De hacerlo, el sistema bancario griego colapsaría en horas. Para evitar el congelamie­nto económico, Atenas no tendría más opción que crear alguna forma de pago nacional, haciendo de facto su salida del euro aunque legalmente seguiría siendo miembro de la Eurozona.

El presidente del BCE, Mario Draghi, esperará a la señal política de la cumbre de esta noche porque no quiere ser señalado como el culpable de la primera ruptura del bloque.

La deuda sigue siendo el elefante en la habitación que los acreedores no quieren ver. Grecia no podrá pagarla sin una fuerte reestructu­ración y si no consigue un escenario que se antoja de ciencia ficción: crecimient­o de al menos un 4% con superávit fiscal del 3,5% durante 15 años en plena deflación.

Atenas pide que se alivie la deuda, pero los europeos llegaron al punto de intentar esconder un informe del FMI que les quitaba la razón y a esta cumbre, contra la costumbre, no está invitada su directora general, Christine Lagarde.

El FMI dijo ayer que está listo para ofrecer asistencia a Atenas, pero esa ayuda no podrá ser en forma de préstamos porque sus estatutos le prohíben prestar dinero a una país que haya incumplido sus vencimient­os y Grecia no pudo pagar el martes pasado uno de casi 1.600 millones de euros.

De la cumbre podrían salir tres escenarios. El primero y todavía posible sería un acuerdo, al menos a corto plazo, que permitiera seguir arrastrand­o el problema sin romper con Grecia. El segundo sería una salida pactada del euro. Y el tercero la ruptura violenta dejando que los bancos griegos se quemen en el fuego lento del corralito, que por ahora sigue hasta el jueves.

La salida de Grecia con una economía en bancarrota dejaría al país en una situación calamitosa y metido en un escenario geopolític­o de alto riesgo. Grecia recibió desde enero 68.000 refugiados –la mayoría sirios–, está a pocos cientos de kilómetros de la costa libia controlada por el ISIS, frente a Turquía, en la salida rusa a los mares cálidos y al fondo de unos Balcanes siempre a punto de ebullición.

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BLOOMBERG Juntos. El renunciant­e ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y su sucesor, Euclides Tsakalotos.
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