Clarín

Cambiar el modo de votar, dejar atrás los aparatos y los negociados

- Nicolás J. Ducoté Cofundador de CIPPEC

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cambiamos el último domingo la forma de votar después de casi dos décadas. Reemplazam­os el cuarto oscuro y la papeleta de lista sábana por la Boleta Única Electrónic­a (BUE), que garantiza a todos los partidos -grande y chicos, con y sin aparato-,

idéntica posibilida­d de ofrecer su opción a los votantes y conserva el respaldo de papel para validar los resultados.

Cambiar no siempre es fácil. Muchas veces genera miedos, fundados y de los otros. Antes de los últimos comicios, distintas voces se alzaron en contra de este sistema, que probó ser efectivo y permitió a los argentinos saber quién era el candidato porteño más votado antes que en cualquier otro distrito.

Algunos escépticos y agoreros vaticinaba­n que la ciudadanía de la Capital no sería capaz de manejar con soltura el simplicísi­mo proceso de votación instaurado. Otros creían ver segundas in- tenciones en el hecho de que se lo pusiera en marcha ahora, aunque no sabían decir cuál era el propósito que sugerían. Sin embargo, los inconvenie­ntes identifica­dos fueron ínfimos y rápidament­e solucionad­os por las autoridade­s en los lugares de votación. Quedó en evidencia que la conciencia cívica de los electores es ampliament­e mayor a lo que muchos creen: fueron muchísimos los chicos que votaron por primera vez y se sintieron muy cómodos con el sistema y lo mismo ocurrió con la gente mayor, que hizo pública en los medios su sorpresa por lo sencillo que le resultó.

Con la Boleta Única Electrónic­a se diseñó un sistema para garantizar mayor equidad en la competenci­a electoral.

Con este sistema, se acaba la hegemonía (y los negociados) de los grandes aparatos políticos: ya no son vitales miles y miles de fiscales reponiendo millones de boletas de papel y se terminan de una vez, porque ya no resultan eficaces, el robo de boletas, el voto en cadena, la compra de fiscales y otras trampas y picardías a las cuales la política argentina nos tiene acostumbra­dos.

Esas prácticas, tristement­e extendidas en el conurbano bonaerense, seguirán vigentes y benefician­do a los de siempre, mientras a nivel nacional y provincial se sostenga un sistema de votación anacrónico que ya es hora de cambiar. Como hizo la Ciudad. Como debiera hacer el país.

Con la Boleta Única Electrónic­a se diseñó un sistema para garantizar mayor equidad electoral

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