Clarín

La clave no es llegar, sino cómo se llega

- Graciela Zarebski *

Ya se habla popularmen­te de la “cuarta edad” para referirse a las personas que tienen más de 80 años y para diferencia­rlas de las que superan los 60, a las que se ubica como “tercera edad”. Hoy muchos más pueden llegar a los 100 años, e incluso superarlos, porque hay condicione­s de vida sanitarias, ambientale­s y cuestiones de personalid­ad que favorecen que una persona supere los 100. El desarrollo de vacunas, métodos de diagnóstic­o temprano y tratamient­os contribuye­ron a controlar mejor muchas enfermedad­es. Pero también hay factores, como la actitud de cada persona y su calidad de vida.

Un caso significat­ivo es lo que sucede en Okinawa, Japón, donde se encuentra el mayor porcentaje de población cente- naria del mundo (con relación a su población total). Allí no sólo se verifica un mayor índice de expectativ­a de vida, sino un buen estado de salud, que hace que la población se mantenga vital durante más tiempo y con autonomía. Una de las claves es que las personas mayores se mantienen activas y también las personas de otras edades las consideran útiles para la comunidad. Para enfrentar el aumento de años de la población, es fundamenta­l que los que rodean a la persona mayor reconozcan su valor y que ella se sienta escuchada y valorada.

Debemos prepararno­s para lograr un envejecimi­ento saludable, armando nuestra reserva desde joven –no solo económica– sino también una reserva cognitiva, emocional, vincular, corporal y espiritual. Además, el sistema de salud debería estar mejor preparado, con mayor presupuest­o para brindar servicios para este sector de la población y para la formación de especialis­tas en el tema. Hay que poner el foco en programas preventivo­s que ayuden a las personas a envejecer mejor.

Es fundamenta­l que los que rodean a la persona mayor reconozcan su valor

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